La literatura y el cine de terror andan repletos de brujas, monstruos, vampiros, lugares malditos, cementerios, bosques, castillos, espíritus malignos, hadas y duendes. Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha sentido la necesidad de asomarse al abismo de sus inseguridades y exorcizar sus demonios, más allá de donde ni siquiera llegaban la religión, la ciencia o la filosofía. La mejor definición del miedo nos la da H. P. Lovecraft como la emoción más antigua e intensa del ser humano.

Historias de brujería y paganismo se ven reflejadas en todas las culturas del ser humano.
Todas las culturas: occidentales como la Escandinava, civilizaciones prehispánicas americanas o el Imperio chino; han intentando representar e intentando dominar el reino de las tinieblas, ya sea mediante la brujería, los nuevos mecanismos y celebraciones religiosas o las tantísimas representaciones del miedo en sus distintas formas. Con la llegada del cristianismo y bajo la sombra de las gárgolas bajo los techos de sus catedrales góticas surgen nuevas representaciones artísticas en Europa relacionadas con esta atávica emoción en sus distintas formas.
- La literatura y el miedo.
- Los muertos viajan deprisa.
- El retrato del horror.
- Cine de terror, años 70 y simpatía por el diablo.
- Un futuro tenebroso.
La literatura y el miedo
Pasan los siglos plagados de pesadillas, desde los círculos del infierno de La divina comedia de Dante (1304-1321), a las brujas de Macbeth (1606). Obtenemos innumerables referencias en las artes y humanidades como el fantasma del padre de Hamlet (1602) en la obra de Shakespeare, los aquelarres de Brueghel, La Pesadilla (1781) de Johann Heinrich Füssli, las tenebrosas composiciones musicales de Bach, Chopin o Beethoven o la llegada de Las penas del joven Werther (1774) de Goethe y el inicio del romanticismo.

Por entonces, los cuentos populares se crearon como advertencia para los niños de un mundo hostil, como Las aventuras de Pinocho (1883) de Carlo Collodi o Hansel y Gretel (1812) de los hermanos Grimm. Y es cuando llega la noche de los monstruos. En 1816, Lord Byron, Mary Shelley y otros amigos se alojaron junto a un lago suizo. De aquel encuentro nacieron dos grandes iconos del terror: Frankenstein de Shelley y El vampiro (1819) del joven e incomprendido médico John William Polidori.
Siguiendo las posteriores tesis freudianas relacionadas principalmente con la sexualidad y el subconsciente colectivo de su discípulo Jung, el nuevo ser humano se enfrenta a la necesidad de analizar y luchar contra su lado más oscuro bajo la estricta moral victoriana, que crea personajes como el Mr. Hyde de Stevenson, Jack el Destripador o el Dorian Gray de Wilde en Londres.

Al otro lado del océano, Edgar Allan Poe aportaría sus cuentos de terror como El corazón delator (1843), La máscara de la muerte roja (1842), La caída de la casa Usher (1839) o El pozo y el péndulo (1842). Luego, la pluma de H.P. Lovecraft aportaría a la literatura sus terrores atávicos y mitos ancestrales, siguiendo con los cuentos de Hoffmann en Alemania, de Guy de Maupassant en Francia, las Rimas y Leyendas (1871), de Gustavo Adolfo Bécquer en España o las pinturas negras de Goya. Influencias que se transformarían en los cuentos de terror del maestro Horacio Quiroga en Latinoamérica ya en el siglo XX.
Los muertos viajan deprisa
A finales del siglo XIX, llega la historia de terror más importante de todos los tiempos, Drácula (1897) de Bram Stocker, la historia del conde transilvano que recoge la tradición de vampirismo de Europa del Este y que tanta influencia tendría a lo largo del siglo XX. Una historia de amor y de soledad que tomaría el teatro, el cine, la literatura o el cómic.

Novela versionada por primera vez con el Nosferatu de Murnau (1922), el mítico vampiro será interpretado por actores como Béla Lugosi, Christopher Lee en El baile de los vampiros (1967) de Roman Polanski, Vincent Price, Klaus Kinski con Herzog o finalmente Gary Oldman en la versión de Coppola: Drácula de Bram Stoker (1992); con un vestuario, una ambientación, una fotografía y una banda sonora que marcan un hito en la historia del vampiro y su amor maldito.
El retrato del horror
En 1960 Alfred Hitchcock realiza una de las películas más absorbentes y difíciles de la historia del cine. Psicosis pone al espectador contra las cuerdas cuando la protagonista muere en esa famosa escena de la ducha y se vislumbra la verdadera cara del siniestro y sigiloso Norman Bates. También es la primera vez en que se trata a la madre como una figura maligna.

Con Anthony Perkins en una interpretación magnífica, la casa de fondo en una ambientación en blanco y negro y esa angustiosa banda sonora de Bernard Hermann, que de alguna forma recuerda a los cinco miedos más profundos, los cinco secretos mejor guardados del maestro del surrealismo Salvador Dalí y de las vanguardias pictóricas encargadas de sumergirse en las profundidades más oscuras de la mente humana.
Cine de terror, años 70 y simpatía por el diablo
Los 70 demoníacos se anuncian con Simpathy for the devil, de The Rolling Stones en la que ya se vislumbra un acercamiento a la figura del ángel caído. En La noche de los muertos vivientes (1968), Romero anunciaba el nacimiento del cine slasher. Después llegaron títulos como las sagas Viernes 13, Pesadilla en Elm Street o La matanza de Texas, época en la que nos llega también el giallo con Darío Argento como máximo exponente lleno de elementos de suspense, sangre y erotismo.

Una década marcada por la presencia del maligno principalmente en tres películas. La semilla del diablo (1968) de Polanski y Mia Farrow en ese siniestro edificio Dakota, El exorcista (1973) y el padre Carras y Merrin enfrentándose al maligno y La profecía (1976) de Richard Donner con ese pequeño Damian. Por aquella época también aparece el señor de Maine, Stephen King, que ya comienza a resonar a nivel mundial y también las primeras obras de gusto gótico de Tim Burton. Toda esa tradición diabólica tiene un reflejo en España con El día de la bestia (1995) de Alex de la Iglesia, auténtico hito en la historia del cine español y ruptura con otras temáticas anquilosadas en la filmografía hispana.
Un futuro tenebroso
El siglo XXI continúa en una de sus formas y máximos exponentes del cine de terror como Expediente Warren, La Bruja, Paranomal activity, REC de Jaume Balagueró, Los otros de Amenábar o Babadook. Mientras tanto en la literatura y otras artes se sigue reflexionando y estudiando el miedo en sus distintas formas. En la literatura todos los géneros se funden en uno solo, desde el terror al suspense, la ciencia ficción, el erótico o fantástico. De esta forma y después de milenios, el ser humano sigue analizando sus miedos y luchando contra ellos mediante la representación de esas criaturas de la noche que le acompañan durante el sueño.

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