Nosferatu (1922), de Friedrich Wilhelm Murnau. La influencia de Kafka y el expresionismo en el cine y la literatura.
Nosferatu (1922), de Friedrich Wilhelm Murnau

La influencia de KAFKA y el expresionismo en el CINE y la LITERATURA

La repercusión de la obra de Kafka en el cine y la literatura son enormes, sobre todo en autores posteriores tan relevantes como Camus, Borges, Hitchcock o Welles, que sin sus enigmas y juegos de espejos, nunca hubieran alcanzado tal profundidad narrativa y filosófica ni tampoco el reflejo de esa terrible soledad y drama que le espera al ser humano moderno.

Fotograma de Vértigo de Alfred Hitchcock.
Hitchcock recoge de Kafka su tendencia a desarrollar mujeres enigmáticas, algo muy visto también en el cine negro y policiaco. Fotograma: Vértigo (1958).

Podemos encontrar innumerables artículos y reflexiones sobre la obra e inmensa influencia posterior que Franz Kafka dejó. Uno de esos casos de la literatura en que parece que la crítica supera a la propia obra. Hay varias teorías que apuntan a que la obra de Kafka consiste en pequeños dramas o pesadillas como dice Borges; o más bien en comedia tal y como opina García Márquez; o quizás en una crítica a la burocracia con tintes anarquistas, línea política que el escritor siguió en su juventud.

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Antecedentes. Las sombras que tomaron Europa

A principios del siglo XIX, un Francisco de Goya mayor y enfermo, se pasea por su Quinta del Sordo en Madrid y comienza su colección de pinturas negras, un universo repleto de oscuridad, brujas y espíritus, con Saturno devorando a su hijo (1819-1823) como obra clave, sin sospechar quizás que estaba iniciando uno de los movimientos artísticos más importantes de la historia del arte.

Saturno devorando a su hijo, de Francisco de Goya. Pinturas negras. Influencia de Kafka y el expresionismo
Saturno devorando a su Hijo (1819-1823), de Francisco de Goya.

Años después llega la novela victoriana desde Inglaterra, con la obra de Charles Dickens y su crítica a la nueva sociedad industrial. También otros títulos como Frankenstein (1818) de Mary Shelley, El extraño caso de Doctor Jekill y Mister Hyde (1886) de Stevenson, El retrato de Dorian Gray (1890) de Oscar Wilde o Drácula (1897) de Bram Stoker. En una evolución de la novela hacia una dudosa moralidad y un marcado gusto por lo gótico, lo siniestro y la profundidad del alma humana.

Charles Baudelaire eleva en Francia el simbolismo poético con Las flores del mal (1857), y al otro lado del Atlántico, Edgar Allan Poe -a quien el poeta francés denominaba su hermano oscuro- entrega sus primeros relatos de terror a varias revistas americanas.

Schopenhauer y El mundo como voluntad y representación (1819) dan un nuevo enfoque a la filosofía occidental, y al poco tiempo, Nietzsche y Freud remueven la conciencia de Europa, uno con su concepto de Superhombre, un nuevo ser humano no sometido a las limitaciones morales, y el otro, ya a finales del siglo XIX, con su psicoanálisis.

El proceso (1925) de Franz Kafka, una de sus obras capitales

Las raíces judías de Kafka tienen una clara repercusión en su obra, como por ejemplo sus reflexiones morales y religiosas con respecto al concepto de culpa, sobre todo en dos de sus obras más destacadas: El proceso (1925) y el relato La metamorfosis (1915). Algo que ya hizo previamente Dostoyevski con su atormentado estudiante de San Petesburgo Ralskolnikov en Crimen y Castigo (1866).

El proceso (1925) de Franz Kafka. Portada Original
El proceso (1925) de Franz Kafka es una de sus obras capitales y la que mejor refleja su universo. Portada de la primera edición.

El proceso, es considerada como una de las novelas cumbre de la literatura universal. Basada en un cuento anterior llamado Ante la ley, nos cuenta la historia del alter ego del escritor Josef K. que es acusado a lo largo de la novela de un crimen que no sabe si ha cometido. Sombras alargadas, funcionarios tenebrosos, despachos oscuros, mujeres enigmáticas y una angustia existencial constante arrastran al lector de esta novela a un sin fin de preguntas.

Todas estas temáticas coinciden con las obras de sus contemporáneos del cine alemán, con Robert Wiene y El gabiniete del Doctor Caligari (1920), Fritz Lang y su Metropolis (1927) y Murnau con Nosferatu (1922). Películas en las que, como en la novela, predominan las sombras, los paisajes con edificios y oficinas envueltas en tinieblas y personajes con rasgos muy marcados.

Nosferatu (1922), de Friedrich Wilhelm Murnau. La influencia de Kafka y el expresionismo en el cine y la literatura.
Nosferatu (1922), de Friedrich Wilhelm Murnau.

El arte siempre tiene que ver

La tendencia expresionista contemporánea al cine y la literatura proviene de la corriente pictórica del grupo de artistas de El jinete azul en Múnich, con Kandinsky y Franz Marc; también con pintores de El puente de Dresden como Emil Nolde; y luego, por supuesto, los desgarradores paisajes y autorretratos de Egon Schiele desde Austria. Al mismo tiempo llegan también los primeros campos de color de Paul Klee, con referencias al arte gótico y medieval y el uso de colores con distintos significados.

Sabemos también que años después Adolf Hitler, acomplejado por su expulsión de la escuela pictórica de Viena, persiguió después ferozmente a todos los pintores expresionistas y quemó buena parte de sus obras, las que denominó «arte degenerado». Sea como sea, el expresionismo, con sus sombras alargadas, sus paisajes tenebrosos y la novela El proceso con su trágico final, parece que pronosticaban de alguna forma la pesadilla que viviría Europa con el Nacionalsocialismo y la Segunda Guerra Mundial.

Hay una réplica en España de esta tendencia en Luces de bohemia (1924) de Valle-Inclán, obra con la que iniciaba el esperpento. En ella tenemos a Max Estrella, poeta ciego y pobre durante su última noche en Madrid. La podríamos denominar como una versión española del expresionismo, además, simboliza muy bien el espíritu decadente de la época.

Luces de bohemia esperpento 1924. Valle-Inclán

La influencia de Kafka en el cine

En cuanto a la influencia de estas tinieblas expresionistas en el cine, es más que evidente en títulos posteriores. Todos los grandes directores han sido grandes lectores, y Alfred Hitchcock no es una excepción. Ávido lector desde joven, devora novela del siglo XIX, con Henry James a la cabeza y su historia de fantasmas Otra vuelta de tuerca (1898), en lo que podríamos denominar como el inicio de la intriga y el suspense. Hitchcock frecuenta también a Patricia Highsmith y Extraños en un tren (1951) y luego lee también con ardor a Kafka.

Las claras referencias kafkianas, como el recurrente tema de la sospecha o de la culpa constante sobre el protagonista en películas como Rebeca (1942), Sospecha (1941) o Con la muerte en los talones (1959), son más que evidentes. Parece que Hitchcock recoge también de Kafka su tendencia a desarrollar mujeres enigmáticas, algo muy visto también en el cine negro y policiaco. Como la famosa femme fatale, la Kim Novak de Vértigo (1958) como claro ejemplo.

Rebeca (1942) de Alfred Hitchcock está cargada de referencias kafkianas y expresionistas.

En 1962 llega un director con la capacidad, sensibilidad e inteligencia necesarias para llevar a cabo la adaptación cinematográfica de El proceso, el genuino Orson Welles. Con Anthony Perkins en uno de su grandes papeles -el también Norman Bates de Psicosis (1959)-. Largas sombras, diálogos interminables y una angustia constante para el espectador reflejan de forma impecable en el cine la obra de Kafka. Temática y atmósfera que se repiten en El tercer hombre (1949) de Carol Reed. Junto a la música de Anton Karas y esas sombrías calles de Viena, es considerado por algunos como el primer thriller de la historia. Podemos decir en este caso que la atmósfera de intriga en la obra de Kafka, también parece que tenga cierta repercusión en las películas y literatura de espías, temática que la guerra fría no hizo más que alimentar.

De claros tintes expresionistas, es también la fotografía de la primero incomprendida y luego glorificada La noche del cazador (1955) de Charles Laughton. Una cinta americana pero que mira constantemente a Europa. Un cuento infantil protagonizado por un siniestro reverendo, interpretado de forma magistral por Robert Mitchum y ese reflejo que le acompaña de sombras alargadas. Cabe destacar la influencia de movimientos artísticos como la Escuela de Nueva York y el action paiting del expresionismo abstracto americano, con Jackson Pollock a la cabeza.

La noche del cazador mira a la Europa de los años 20. Con influencias del escritor Franz Kafka. En Cultugrafía, difusión y crítica cultural
La noche del cazador (1955), mira a la Europa de los años 20.

Kafka en el cine moderno

Damos un salto aterrizando en la era moderna, a finales de los ochenta, mientras un joven Basquiat pintaba grafitis en Nueva York, comenzaba la carrera del director danés Lars von Trier. Heredero del dramaturgo Henrik Ibsen y de los cineastas Bergman y Tarkovsky.

Parece que todas sus películas buscan provocar un grito en el espectador, como el del cuadro de Munch. Con numerosas referencias cinematográficas, literarias y pictóricas, toda la obra de Lars von Trier, desde títulos como Europa (1991), con ese hombre que viaja por un tren en la Alemania de la posguerra, a esa enorme reflexión religiosa que se llama Rompiendo las olas (1996), Dogville (2003) o Melancolía (2011), von Trier repite constantemente la norma del personaje atormentado y solitario, tanto en papeles masculinos como femeninos, que se enfrenta solo a una sociedad fría, déspota y cruel, lo que es a su vez uno de los principales leitmotivs de la obra de Kafka, con claras referencias religiosas y existenciales.

Fotograma de Europa de Lars von Trier, un homenaje al cine clásico europeo.
Europa (1991) de Lars von Trier es un homenaje al cine clásico europeo.

Es también reseñable la fotografía de La lista de Schindler (1993) de Steven Spielberg, con ese blanco y negro únicamente roto con las secuencias de la niña judía de vestido rojo en el gueto de Cracovia. Junto a la inolvidable música de John Williams, la película recoge de nuevo la atmósfera de la época en esa vieja y castigada Alemania en guerra.

Herederas del estilo gótico y de una línea de cómics cada vez más oscuros, llegan el Batman de Tim Burton (1989), El caballero oscuro (2008) de Christopher Nolan y el último y aclamado Joker (2019) de Todd Phillips. Películas donde aparecen de nuevo esas sombras alargadas y cuerpos de rasgos marcados y de movimientos desgarradores, muy aconsejable para representar personajes atormentados que recuerdan inevitablemente a los autorretratos del Austriaco Egon Schiele.

La influencia de Schiele en la figura de Joker (2019) interpretado por Joaquin Phoenix. La huella del expresionismo y kafka en la literatura y el cine.
La influencia de Schiele en la figura de Joker (2019) interpretado por Joaquin Phoenix. La huella del expresionismo y Kafka en la literatura y el cine.

Para terminar, solo cabe preguntarnos qué escritor, director de cine o pintor recogerá de nuevo el legado de aquellas sombras que tomaron Europa.

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