La perspectiva del suricato. Fuente: Cía Deconné. Crítica teatral. Artes escénicas en Cultugrafía.
La perspectiva del suricato. Fuente: Cía Deconné.

Cuando la inclusión está bien hecha. La perspectiva del suricato

Una obra de teatro creada por y para la inclusión con la que pudimos reír, emocionarnos, reflexionar e incluso delirar. El 14 de abril tuvimos la suerte de recibir La perspectiva del suricato en el Teatro Capitol de Cieza. A través de sus personajes, un grupo de «raros» que ha escapado de los llamados «hombres de fuego» y que viven escondidos en el bosque, vamos a aprender que la línea que separa lo normal y lo no normal es sumamente estrecha, que esa línea que perpetúa la diferencia y la exclusión no debería siquiera existir, que todo ser humano, independientemente de sus «rarezas», tiene derecho a una vida digna, y que la inclusión, cuando se piensa, se trabaja y nace de manera pura, puede proporcionar obras de extremada calidad.

Cartel de la obra de teatro La perspectiva del suricato. Creado y dirigido por Pepe Galera y Rocío Bernal.

La perspectiva del suricato. Todos somos iguales

La perspectiva del suricato comenzó su andadura en 2020, en el Teatro Romea de su Murcia natal, con el apoyo de diferentes teatros y colectivos del gremio de la localidad, al igual que con el de grupos como la Asociación para la Integración de Personas con Discapacidad Intelectual, ONCE Murcia o el Laboratorio de Traducción inclusiva de la Universidad de Murcia.

La obra nos cuenta cómo un grupo de fugitivos se ha visto obligado a escapar de la ciudad debido a sus «rarezas». ¿El objetivo? Bajo la lupa de sus radicales e involucionados perseguidores, limpiar la ciudad de todo individuo que no sea capaz de aportar nada a la sociedad. ¿El resultado? Seis fugitivos con diferentes discapacidades que se encontrarán en el bosque y deberán vivir en comunidad para sobrevivir.

La premisa está basada en el capítulo «El gran encierro» de la Historia de la locura en la época clásica de Michel Foucault. Allí, el filósofo explica que en la París del S. XVIII, el rey ordenó arrestar a vagos, maleantes, sintecho, madres fuera de matrimonio y personas con discapacidad para encerrarlos en centros a las afueras y así limpiar la ciudad.

Peregrinación de los epilépticos a la iglesia en Molenbeek, viniendo por la derecha (1642). Grabado de Hendrick Hondius, actualmente en el Rijkmuseum (Ámsterdam). Extraído de Historia de la locura en la época clásica I de Michel Foucault. Grabado basado en la serie de dibujos La coreomanía. Peregrinación de los epilépticos a la iglesia en Molenbeek o El baile de San Juan o San Vito (1564), de Pieter Brueghel el Viejo.
Peregrinación de los epilépticos a la iglesia en Molenbeek, viniendo por la derecha (1642). Grabado de Hendrick Hondius; Rijkmuseum (Ámsterdam). Extraído de Historia de la locura en la época clásica I de Michel Foucault. Grabado basado en la serie de dibujos La coreomanía. Peregrinación de los epilépticos a la iglesia en Molenbeek o El baile de San Juan o San Vito (1564), de Pieter Brueghel el Viejo.

Y es con el propio título, La perspectiva del suricato, donde los responsables de la compañía Deconné y creadores de la obra, Rocío Bernal y Pepe Galera, nos dan la primera lección sobre inclusión, pues el grupo de apestados trabajará en sociedad tal y como hacen los suricatos. De manera espontánea, y demostrando más inteligencia que los patanes artífices de la ley que ejecutan los «hombres de fuego», todos serán aceptados y tratados por igual y decidirán que cada uno cumplirá funciones aprovechando sus capacidades.

Es la base esencial para seguir evolucionando en la construcción de una sociedad más tolerante y enriquecida por la pluralidad de los miembros que la forman.

Cía Deconné.

Cuando la inclusión NO es forzada y está bien hecha

Solo directores con la trayectoria de Pepe Galera y Rocío Bernal pueden tratar un tema tan peliagudo como el de la inclusión y no morir en el intento. Ambos, trabajando toda una vida con el teatro social e inclusivo, o como la propia Bernal matizó en una entrevista para La Opinión: «¿Cómo que teatro inclusivo? ¿A quién hay que ‘incluir’? ¿No será mejor partir de la ‘no exclusión’?».

Tratar de no morir en el intento precisamente por la pérdida de calidad que la polémica inclusión forzada ha traído a la industria cultural y del entretenimiento. Como decíamos al principio, La perspectiva del suricato nace de forma pura, desde la diversidad y para ella, creando personajes con discapacidad completamente originales y funcionales para la historia y no para hacernos ver lo buenos samaritanos que son.

La inclusión forzada perpetúa la diferencia

Estamos ante un arma de doble filo, pues son las propias minorías las que rechazan la inclusión forzada ya que excluirá todavía más al «diferente» por destacar de ellos todo aquel atributo que los separa del resto de considerados como «normales». Esto ocurre cuando el objetivo es completar las exigencias de lo políticamente correcto para quedar bien ante el público y los medios. También cuando se trata de cubrir el porcentaje exigido con personas de otra raza, colectivo lgtbi o con discapacidad para acceder a subvenciones y ayudas. Son precisamente esas acciones las que perpetúan la diferencia [recomendado: Pixar y la diferencia]. Como resultado, obtenemos personajes tremendamente estereotipados y metidos en la historia con calzador que solo sirven para insultar al colectivo que intentan representar y para estropear guiones.

La cosa no solo queda ahí, pues la inclusión hasta ha traído cambios forzados que no han hecho más que transformar historias originales ante los ojos atónitos de la audiencia, que en ocasiones consigue los aplausos de padres y madres que buscan dar ejemplo a sus niños o que en otras consigue convertir a puretas en ofendiditos que no entienden por qué Campanilla ha cambiado de color o por qué las hijas del Rey Tritón son todas de razas distintas. Puede que el Rey «Bribón» tuviera una amante en cada océano -otro campechano más-.

Campanilla en Peter Pan y Wendy (David Lowery, 2023) y La Sirenita (Rob Marshall, 2023) y sus hermanas. Otro ejemplo más de inclusión forzada en cine.
Campanilla en Peter Pan y Wendy (David Lowery, 2023) y La Sirenita (Rob Marshall, 2023) y sus hermanas. Ejemplos de inclusión forzada en cine.

Ejemplos de inclusión NO forzada. La verdadera inclusión

La fórmula es muy buena, sí, para engrasar la maquinaria del neoliberalismo progresista que absorbe toda ideología y que solo busca ganancias millonarias. La falta de creatividad está impulsando a compañías como Disney a hacer refritos de los grandes clásicos bajo el prisma de la inclusión o la igualdad. Buena intención hay, está claro, que funcione mejor o peor, eso ya no está tan claro, pues quedarán como títulos que no trascenderán más allá de su estreno.

La familia Bélier (Éric Lartigau, 2014) o la aclamada Intocable (Nakache y Toledano, 2011), son grandes películas sobre personas con discapacidad que no caen en el cómodo discurso político, ambas francesas. O volviendo a Disney, cintas como Coco (Molina y Unkrich, 2017) o Encanto (Howard y Bush, 2021), que aportan su granito de arena a la diversidad étnica; hechas desde cero: historia, localizaciones y personajes; con el sentido que aportan los buenos guiones y la nada forzada inclusión de elementos que no estaban previstos. Toda inclusión en estos casos se produce de forma natural.

Y volviendo al teatro, es eso lo que precisamente pasa con La perspectiva del suricato y Cía Deconné, pues Galera y Bernal crean una obra desde cero, donde quedan perfectamente integrados personajes e intérpretes dentro de una historia que enriquece el universo de las artes escénicas y que de verdad incluye, y no solo al reparto, sino también a la audiencia, ya que el espectáculo implementa subtítulo adaptado, audiodescripción y sistema FM para bucle magnético individual con lazos de inducción y sonido amplificado con auriculares.

Personajes e intérpretes con y sin diversidad

Deconné trabaja con personas con y sin diversidad, de ahí su pureza y, entre otros tantos fuertes, su efectiva puesta en escena. Javier Ruano, actor experimentado que ha trabajado en media docena de compañías, encarna al ciego del grupo tanto en la realidad como en la ficción, de hecho, es necesario delimitar el escenario con una cuerda tapada con cinta americana negra. Esa será la zona por la que el intérprete sabrá que puede moverse o dónde pararse ya que al ir descalzo, podrá palpar con el pie las líneas que no puede rebasar.

El elenco de La perspectiva del suricato. Nico Andreo, María Jesús Baeza y Pepe Villena. Javier Ruano, Miriam Garlo y Susi Espín. Crítica teatral. Artes escénicas.
El elenco de La perspectiva del suricato. Arriba, de izquierda a derecha: Nico Andreo, María Jesús Baeza y Pepe Villena. Abajo, de izquierda a derecha: Javier Ruano, Miriam Garlo y Susi Espín.

Ruano protagoniza uno de los momentos más divertidos de la función, traspasando la cuarta pared de manera brillante al hacer patente que el personaje comparte la misma condición de invidente que el propio actor y demostrando a todos que el humor negro puede formar parte del proceso de aceptación cuando se usa contra uno mismo.

Ritmo y sincronización. Buena dirección y muchos ensayos

Pepe Villena, Susi Espín y Nico Andreo están fantásticos. Tres actores experimentados y reconocidos en el panorama teatral de Murcia. Su talento y seguridad sobre las tablas hacen de su actuación una experiencia fantástica. A nivel particular, me quedo con un emocionante y exquisito monólogo de Andreo, con el que nuestra empatía hacia las personas con discapacidad o riesgo de exclusión social cambiará para siempre.

De manera coral, destaca mucho el ritmo y la extraordinaria sincronización del reparto completo durante toda la obra, denota una buena dirección y muchísimos ensayos. En cuanto a esas delirantes partes repetitivas, como la elipsis que narra el paso de los días (mientras secunda la iluminación de Jesús Palazón), están perfectamente ajustadas a la narrativa y son completamente necesarias, ya que materializan la psique del grupo, como si por momentos todos tuvieran trastorno de asperger.

Otro momento genial, el cenit de la obra, es cuando todos quieren ser «normales», como la gente de la ciudad. Queda demostrado que el cinismo puede usarse por una buena causa y que consigue resultar muy gracioso. Es desternillante ver al grupo de suricatos recreando los mayores tópicos de nuestra sociedad de consumo y del espectáculo mientras ensayan cómo ser «normales» en la ciudad. Reflexión queda sobre qué es o no lo normal y quién lo decide: el dinero y la mayoría.

La perspectiva del suricato. El grupo al completo en su representación en el Teatro Capitol de Cieza (Murcia). Rocío Bernal en sustitución de Miriam Garlo.
La perspectiva del suricato. El grupo al completo durante su representación en el Teatro Capitol de Cieza (Murcia) con la propia Rocío Bernal en sustitución de Miriam Garlo.

La lección de La perspectiva del suricato

Miriam Garlo también nos hace reflexionar. Interpreta a la sordo-muda del grupo, la cual se comunica en lengua de signos durante toda la obra (en la función de Cieza, Miriam Garlo fue sustituida por Rocío Bernal, la propia creadora y directora de la obra, demostrando a todos que por algo hace teatro inclusivo).

Susi Espín también se comunica en lengua de signos en ocasiones, la cual provee de traducciones al grupo de suricatos. Llega entonces, de la mano de Garlo, otro monólogo, otra lucha existencial, aunque algo distinta a la de sus compañeros, pues su monólogo es en lengua de signos, y esta vez, no hay subtítulos para la audiencia. Es un momento de extrañamiento para todos, algo elegido a conciencia por sus creadores y que nos da una bofetada y mucho en qué pensar. ¿Qué se siente al no entender y que no te entiendan; al estar incomunicado casi todo el tiempo durante toda tu vida? Ya nos daban esta lección directores como Alejandro González Iñárritu con Babel (2006), y de manera mucho más brutal -al igual que Galera y Bernal- Michael Haneke con Código desconocido (2000), ambas películas muy recomendadas. Consiguen hacer que por un momento nos sintamos como se sienten ellos, incomunicados y a la vez poniendo todos nuestros sentidos en sus gestos por si conseguimos entender algo. MAGISTRAL.

Unos sacos son la única escenografía de La perspectiva del suricato. Su puesta en escena minimalista nos demuestra que se puede hacer buen teatro sin grandes decorados ni ambientes recargados.
Unos sacos son la única escenografía de La perspectiva del suricato. Su puesta en escena minimalista nos demuestra que se puede hacer buen teatro sin grandes decorados ni ambientes recargados. Imagen: Sergio Town.

Ya solo falta mencionar a María Jesús Baeza, la actriz del grupo con síndrome de Down que lleva más de diez años interpretando «por la puerta de la Mancha como Dulcinea, al redil del amor muriendo por Romeo o al onírico mundo de Alicia y sus maravillas». Baeza absorbe las miradas con su contundente presencia escénica. Actúa como nadie y completa el reparto como una buena suricato, además de rompiendo barreras y demostrando que todo es posible, aportando matices de los que solo ella es capaz. El público vibraba con cada una de sus intervenciones. Para terminar, solo queda decir:

¡Cacahuete!

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