La fuente (1917), de Marcel Duchamp, en el Tate Modern de Londres. Una de las copias que el propio Duchamp autorizó en 1964, la original se perdió en 1917. El urinario que se convierte en obra de arte conceptual al ser sacado de su contexto habitual y ser expuesto en un museo. Es el readymade, el arte a partir de objetos ya existentes, precisamente para denunciar el aura y los abusos comerciales del arte.
La fuente (1917), de Marcel Duchamp, en el Tate Modern de Londres. Fotografía: Sergio Town.

¿Por qué todo puede ser arte? La arbitrariedad del signo

Dibujo de De Kooning borrado y cartulinas de librería. El arte conceptual. Arbitrariedad del signo, significado y significante.
A la izquierda, Dibujo de De Kooning borrado (1953) de Robert Rauschenberg. A la derecha, las cartulinas de una papelería.

Un lienzo en blanco, un urinario, una familia sobre un podio en una galería de arte, un cuadrado negro o una esvástica con leche y ratas. Para poder llegar a entender por qué obras como la de Robert Rauschenberg, Dibujo de De Kooning borrado (1953), puede ser considerada obra de arte y en cambio, las cartulinas de una papelería no, será necesario explicar una de las causas que propiciaron la llegada del arte conceptual hace ya algo más de un siglo: la arbitrariedad del signo; la responsable de que pueda atribuirse cualquier significado a cualquier objeto o intervención.

Índice de contenidos:

El vínculo entre el readymade y la arbitrariedad del signo

Aunque nos extendamos más adelante en el concepto de arbitrariedad, vemos necesario adelantar que su lógica está fundamentada en que no exista una relación preestablecida entre el significado (que es el concepto, la imagen psíquica que está en el plano del contenido) y el significante (que es la representación, la cual está en el plano de la expresión).

La lógica de arbitrariedad es algo que planteó Ferdinand de Saussure en 1916 y se empezó a dar en el arte durante las vanguardias con el readymade, algo que consistió en dar un significado artístico a algo que no lo tenía, o siendo más explícito, y como hizo Marcel Duchamp en 1917, en poner un urinario en un museo para convertirlo en obra de arte. Esto pudo ocurrir gracias a la conciencia que el artista tuvo de la existencia del signo y de su parte etérea, es decir, del significado (concepto).

Saussure, en su Curso de lingüística general (1916), daba a luz los principios generales de la semiología y -lo que más nos interesa para el desarrollo de este artículo- dividió el signo en dos: significado y significante. También alumbró el nexo que une sus partes, la arbitrariedad del signo, la cual, y dependiendo de lo que el significante se aleje de su significado original, puede ser más alta o baja.

La fuente (1917), de Marcel Duchamp, en el Tate Modern de Londres. Una de las copias que el propio Duchamp autorizó en 1964, después de que la original se perdiera en 1917. Fotografía: Sergio Town.
La fuente (1917), de Marcel Duchamp, en el Tate Modern de Londres. Una de las copias que el propio Duchamp autorizó en 1964, la original se perdió en 1917. Fotografía: Sergio Town.
El urinario que se convierte en obra de arte conceptual al ser sacado de su contexto habitual y ser expuesto en un museo. Es el readymade, el arte a partir de objetos ya existentes, precisamente para denunciar el aura y los abusos comerciales del arte.

Lingüística y Saussure. Significado y significante

«Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica […] Nosotros proponemos conservar la palabra signo para designar la totalidad, y reemplazar concepto e imagen acústica respectivamente por significado y significante«

(Saussure, 1916: 103-104)

Obtenemos por tanto que el significado es la parte etérea del signo, el concepto, algo que se encuentra en el plano del contenido. Roland Barthes ampliaba los estudios de semiología y añadía que:

«El significado no es ‘una cosa’, sino una representación psíquica de la ‘cosa’. […] el propio Saussure ha evidenciado la naturaleza psíquica del significado llamándolo ‘concepto’: el significado de la palabra buey no es el animal buey, sino su imagen psíquica»

(Barthes, 1965: 45).

Obtenemos pues que la otra parte del signo, el significante, es la parte tangible, la que Saussure denomina como imagen acústica, algo que está en el plano de la expresión y que podría ser representada de forma escrita o hablada y la que podría estar por tanto representada de infinidad de formas. Mientras Saussure se ocupaba solo de la lingüística, Barthes contemplaba todos los signos independientemente de su naturaleza:

“sería oportuno agrupar todos los signos, en cuanto que se fundan en una única e idéntica materia, bajo el concepto de signo típico: el signo verbal, el signo gráfico, el signo icónico y el signo gesticular formarían cada cual un signo típico”

(Barthes, 1965: 49)
La familia obrera (1968), del argentino Oscar Bony.

El artista Oscar Bony puso a una familia obrera sobre un podio con un cartel que decía que les había pagado el doble de su salario habitual por permanecer allí las horas que la sala permaneciera abierta. Con este ejemplo, y explicado a grandes rasgos para entender las partes de las que se compone el signo, tenemos lo que en un principio fue una familia normal, con su significado -familia-, que cada cual entenderá a su manera -descendencia, amor, unidad, valores, convivencia, etc.- y su significante -familia-, que está en el plano de la expresión y que también podría ser family o famille (lingüística y estructuralismo) o estar representada por un cartel con tres monigotes, una foto o como es el caso, verlos en persona sobre un podio (semiótica y posestructuralismo). Estamos ante un significante -familia- que al ser expuesto en una sala con un cartel, se le adhieren otro tipo de atributos, críticos o no, que tanto artista en su concepción como espectador en su análisis quieran otorgarle. El significado de la familia expuesta cambia, La familia obrera (1968) de Oscar Bony ahora tendrá un nuevo o varios conceptos, y podrá ser considerado como arte conceptual.

Explicación de la arbitrariedad del signo, el detonante del arte conceptual

Para no complicar demasiado nuestro análisis, dejaremos de lado otras definiciones o partes del signo y nos centraremos de lleno en la arbitrariedad, el significado y el significante, mencionando únicamente también, para que sepamos de su existencia, otra de las partes que incluía Charles Sanders Peirce en la composición del signo: el referente; que es lo representado, el origen, la cosa en sí, por lo que sería el objeto real al que alude el significante. Aunque el verdadero referente desde el punto de vista individual sería la imagen mental de ese perro en concreto.

Para comprender mejor la arbitrariedad y el lazo del que Saussure habla pondremos como ejemplo a un perro, que en su totalidad es un signo, compuesto en primer lugar por un significado, es decir, el concepto, que es el de un animal peludo con cuatro patas y que ladra, algo que sería igual en cualquier contexto ya que es así y no puede ser de otra manera. Esta primera concepción nos vendría dada por la naturaleza, pero perro podría tener otro significado, el de alguien perezoso y holgazán. En segundo lugar, el signo perro está formado por un significante, el cual puede variar, ya que puede ser perro o can en castellano, dog en inglés o también estar representado por dibujos como los de los cuentos infantiles o los de los carteles que hay en los espacios públicos de prohibición de entrada de animales. Además, tendríamos el referente que añadía Peirce, que sería un perro en concreto, por ejemplo, el perro del vecino.

Aunque como ya decíamos al principio, Saussure solo englobaría al signo dentro de la lingüística, donde incluiría el significante como la palabra en sí de los distintos idiomas o las múltiples formas que hay de llamar a una misma cosa, pero Roland Barthes abriría el campo e incluiría todos los signos que pudieran contemplarse en la comunicación como los dibujos o las señales de prohibición que acabamos de mencionar. Construiría así el puente que daría paso al posestructuralismo con su obra Elementos de semiología (1971), donde, sin limitarse a la lingüística, como harían sus predecesores, planteaba que la semiología estudiaría todos los sistemas de signos, ya que en su conjunto componen nuestra cultura.

Cuadrado negro de Kazimir Malevich. Arte, suprematismo. Arbitrariedad, significado y significante
Cuadrado negro (1915) de Malevich. Forma parte del suprematismo, movimiento que creó el propio artista, el cual buscaba acabar con el arte tradicional. Un movimiento que no representaba objetos y se expresaba a través de la reducción al mínimo de cualquier elemento. La geometría fue la elegida para representar la nada que describían las obras.

Con el Cuadrado negro de Malevich (1915), tenemos una obra que puede recordarnos al Dibujo de De Kooning borrado (1953), por no albergar ni representar nada a simple vista, pero donde en ambos casos, tanto en su significante (un cuadrado negro en el primer caso y un lienzo en blanco en el segundo) como en su significado (el suprematismo, con todo un corpus filosófico en el primero, y una performance de naturaleza dadaísta en el segundo), podemos encontrar infinidad de interpretaciones tanto si conocemos su contexto como si no. En ambos casos la arbitrariedad del signo es elevada, por no significar nada de lo que la obra expresaría a simple vista desde su contemplación estética.

La denotación y connotación de Hjelmslev y Barthes

Antes de continuar con la arbitrariedad, cabe al menos mencionar que Barthes llamaba significación al mismo proceso, al lazo que une significado y significante. En esa relación, ya solo queda incluir los dos órdenes que analizaba Barthes: la denotación y la connotación. Toma las tres partes del signo como un sistema: expresión (E), contenido (C) y su relación (R), y advierte de la posible relación entre un sistema (ECR) y otro sistema (ECR), lo que daría como resultado la connotación.

“En la semiótica connotativa, así llamada por Hjelmslev; el primer sistema constituye entonces el plano de denotación y el segundo sistema (extensivo al primero) el plano de connotación. Se dirá, pues, que un sistema connotado es un sistema cuyo plano de expresión está, él también, constituido por un sistema de significación”

(Barthes, 1965, p. 91)

La denotación está relacionada con el sentido literal de un signo dentro del mensaje, se da cuando el significante entra en relación directa con el significado, es decir, una relación motivada (como suele ocurrir con los contenidos hechos para la masa). La connotación se da con los significados menos fijados y más subjetivos, normalmente influidos por cuestiones culturales o premeditadas (como ocurre con el readymade), los cuales varían y dependen de la arbitrariedad que implican los elementos constituyentes del signo; por lo que en la denotación nunca habrá incomprensión, pues el significado es el mismo para todos.

Pongamos de ejemplo un icono como el de la Estatua de la Libertad. En su dimensión denotativa podríamos obtener su significado de un diccionario como un monumento y popular paradero turístico de los Estados Unidos (primer sistema). Pero en su dimensión connotativa podríamos obtener muchos más significados, pues para los patriotas americanos es todo un emblema de oportunidades y libertades y representa los valores más puros de su nación (segundo sistema); pero sin embargo, cuando la Estatua de la Libertad apareciese en los periódicos de la Rusia comunista durante la guerra fría, el significado de ese signo sería sin duda otro totalmente distinto, el cual connotaría hacia la imagen del enemigo capitalista y principal adversario en el camino de ser primera potencia mundial (otro segundo sistema).

El bebedero (2016) de Santiago Sierra.

Con El bebedero (2016), Santiago Sierra formuló su particular denuncia sobre el nacionalsocialismo e hizo un gran ejercicio de semiología. Nos explicó que los iconos pueden cambiar de significado dependiendo de la zona geográfica y del uso y el trato que le otorguen la sociedad y la historia. En el caso de la esvástica, dependerá de su posición y del punto de vista histórico con el que se mire, ya que antes de su apropiación por el nacionalsocialismo, ésta connotaba la buena fortuna, y después, tras la Segunda Guerra Mundial, connotaría a Tercer Reich, holocausto u horror.

Sierra reflexiona así sobre cómo el curso de la política y los sucesos históricos cambian el significado de los símbolos. Aunque, tal y como estamos aprendiendo durante este artículo, y como ocurre en el caso del arte conceptual, no hace falta que estallen guerras ni que pasen siglos para que los artistas puedan agregar nuevos significados. Y es que como por arte de magia, basta con la atribución de un concepto a un objeto, obra, intervención, nada, etc. Podríamos decir por tanto que en el arte todo es válido siempre y cuando tenga un sentido, lo cual abriría uno de los debates más machacados sobre arte desde que las vanguardias inauguraran el siglo XX, y no es la empresa de este artículo.

De la mímesis a la experimentación y visión personal del artista

Antes de la llegada de las vanguardias, el arte consistía en la imitación y mera representación de la realidad. El arte era una mímesis de lo real y las vanguardias revolucionaron la forma de proceder, donde la experimentación y la visión particular del artista, combinadas con el conocimiento del signo y sus partes se convirtieron en los elementos más importantes del movimiento. Para entender esto, tenemos el ejemplo de Picasso, quien primero, con El viejo guitarrista ciego (1903), comenzaba a experimentar con la forma y hacía una reflexión sobre el espacio y la superficie pictórica.

Viejo guitarrista ciego de Pablo Picasso. La arbitrariedad del signo y la llegada del arte conceptural
Viejo guitarrista ciego (1903), de Pablo Picasso.

Sin embargo, con el Guernica (1937), el artista consigue expresarse como individuo dando su visión personal sobre la realidad del hombre desvinculando significado (concepto) de significante (imagen). Por lo que, en primera instancia, Picasso daba su punto de vista técnico, y después, lo daba como ser que siente y que percibe la realidad de una manera u otra.

Guernica de Pablo Picasso. La visión personal del artista, el concepto y la arbitrariedad.
Guernica (1973), de Pablo Picasso.

Para dar cuenta de la legitimación que la arbitrariedad del signo da a poder considerar obras como el Dibujo de De Kooning borrado (1953) de Robert Rauschenberg, La fuente de Marcel Duchamp (1917), La familia obrera (1968) de Oscar Bony, el Cuadrado negro (1915) de Malevich, El bebedero (2016) de Santiago Sierra y el Guernica (1973), de Pablo Picasso como obras de arte conceptual (arte conceptual, arte elevado,  arte moderno, arte contemporáneo, vanguardias, etc.; desde luego que estos términos no son intercambiables, aunque son a menudo usados de manera errónea como sinónimos), queda expuesta la importancia de la arbitrariedad del signo a la hora de diferenciar entre una obra de arte conceptual y cualquier otro tipo de obra de arte motivado como el figurativo.

Podrán, por tanto, gracias al aprendizaje sobre significado y significante, ser tomadas como obras de arte todas las expuestas durante este artículo, en las que la arbitrariedad del signo será alta porque las obras no son nada intuitivas, y por tanto, tendrán más valor intelectual. No obstante, la excelencia es algo también importante a tener en cuenta, y todo tipo de obra artística atenderá a la plasticidad que el artista desee, pudiendo ser más o menos bonita, virtuosa, sublime, etc. La forma dependerá tanto de la capacidad del artista como de la manera que vea más conveniente expresar sus ideas.

Artículo relacionado:

BIBLIOGRAFÍA

BARTHES, R. (1965). Elementos de semiología. Madrid: Alberto Editor Corazón.

Campàs, J. (2018). Los mundos del arte. Barcelona: UOC.

Freeland, C. (2006). ¿Pero esto es arte? Madrid: Cátedra

SAUSSURE, F. (1945). Curso de Lingüística general. Buenos Aires: Editorial Losada. Primera edición (1916).