Imagen destacada para el artículo de Cultugrafía que analiza la película Blonde, del director Andrew Dominik

Análisis de Blonde, del director Andrew Dominik

Cartel de la película Blonde, protagonizada por Ana de Armas y dirigida por el director Andrew Dominik. La vida de Marilyn Monroe

Un artístico y estilizado viaje, con vocación experimental y muy alejado del biopic, a las profundidades de la desconocida, compleja y atormentada mente de Norma Jeane/Marilyn Monroe

El director australiano Andrew Dominik, autor, entre otros trabajos, de las valoradas por la crítica, Chopper (2000) y El asesinato de Jesse James por el cobarde de Robert Ford (2007), ha dirigido Blonde (2022).

“Basada en el bestseller de la cinco veces finalista al Premio Pulitzer, Joyce Carol Oates (.) es la historia personal audazmente reinventada de la sex symbol (.) Marilyn Monroe (.) retrato ficticio de la modelo, actriz y cantante durante los años 50 y 60” .

Filmaffinity

La película cuenta con el protagonismo absoluto de la actriz cubano-española Ana de Armas, que encarna de forma magistral a Marilyn Monroe. Ha sido estrenada por Netflix, sin haberse exhibido en salas comerciales. Desde incluso antes de su estreno, la película se ha visto envuelta en diversas polémicas (retrato de una Marilyn Monroe excesiva y exclusivamente sufridora durante toda la película, víctima de abusos y explotación, o que es, en ocasiones, demasiado explícita en determinadas secuencias con contenido sexual o en escenas de abortos). Básicamente, con fundamento en tales polémicas, ha sido objeto de críticas negativas que no han querido entrar en el análisis profundo que, sin duda, merece la película, infravalorando así tanto su dimensión artística, como lo novedoso o diferente de una propuesta que indaga en el aspecto psicológico, sin miedo alguno a descender a los infiernos, de uno de los personajes más famosos y míticos del siglo XX, y ello, sin dejar de lado la búsqueda de la belleza estética. Vista la complejidad de la propuesta, se ha considerado de interés realizar un exhaustivo análisis de la película, a partir de los siguientes puntos:

Qué es Blonde: sobre las críticas negativas basadas en expectativas equivocadas. Belleza artística mediante la generación de una atmósfera envolvente, hipnótica, inquietante, oscura y aterradora. “Cuento de terror” y el recuerdo del cine de David Lynch. Contraste entre lo representado y lo real.

Blonde ha dividido a los espectadores y a la crítica entre admiradores que consideran a la película una obra maestra objeto de culto y detractores que no ven en ella más que un desastre de mal gusto. Sin embargo, el trasfondo en muchas de las críticas negativas ha estado en la diferencia entre la expectativa sobre el enfoque de biopic que se esperaba que iba a tener la figura de Marilyn Monroe, y el enfoque tan absolutamente particular y muy alejado del biopic que el director Andrew Dominik ha plasmado en la pantalla; posición equivalente, por otro lado, a la de la novela de título homónimo del año 2000 en la que está basada la película, con respecto a la cual, una de las escritoras más famosas, Joyce Carol Oates siempre ha manifestado que no es una biografía de Marilyn Monroe, sino una novela ficcionada sobre su vida.

La escritora Joyce Carol Oates, autora de Blonde, y a la derecha una de las portadas de su novela.
A la izquierda, una fotografía de la escritora estadounidense Joyce Carol Oates, autora de Blonde, y a la derecha, una de las portadas de la novela. Siguiendo la estela de la misma, sobre la que dicha autora siempre ha manifestado que no se trata de una biografía de Marilyn Monroe, sino de una novela ficcionada sobre su vida, la película, de título homónimo, dirigida por Andrew Dominik, tampoco es un biopic sobre la actriz.

Previamente a entrar en mayores análisis, se cree necesario aclarar que el verdadero nombre de la actriz es Norma Jeane, mientras que el de Marilyn Monroe es su nombre artístico. Y siendo un tema fundamental en la película el de la dualidad Norma Jeane/Marilyn Monroe, persona/personaje, mito o estrella (en la que luego se ahondará), durante el presente artículo, unas veces la referencia se hará a Norma Jeane, otras a Marilyn Monroe, y algunas veces se utilizarán los dos simultáneamente, Norma Jeane/Marilyn Monroe, en función de importancia o el peso que tengan la persona y el personaje para sí mismas y para los demás, en cualquiera de los aspectos que sean objeto de análisis de la película.

Puede decirse que el director Andrew Dominik deconstruye la realidad para reinventar el mito de Marilyn Monroe en una “nueva realidad” distorsionada. La estrella (Marilyn Monroe), tal y como nos es mostrada, parece brillar en algún momento en su proyección exterior, pero no es más que un artificio de forzadas sonrisas de cara a la galería, que, por causas internas y externas, esconden una profunda amargura. Sonrisas que se van a ir deformando en muecas grotescas para terminar muriendo cuando se apaga el foco. La cámara se arriesga, sin miedo, a viajar a los lugares más profundos de la mente de Norma Jeane/Marilyn Monroe, adentrándose en la oscuridad de la persona y del mito, en sus complejidades, traumas y afecciones psicológicas para así reflejar cómo se sintió en sus momentos más sombríos.

Fotograma de la película Blonde. Ana de Armas como Marilyn Monroe.
Fotograma de Blonde. Norma Jean/Marilyn Monroe (Ana de Armas) conducida a través de una multitud de medios de comunicación y espectadores en la premier de una de sus películas. Una vez que se acaban los posados, en su rostro se refleja una apenas disimulada amargura.

Así, y con la inestimable compañía de una muy trabajada, cuidada, experimental y conceptual fotografía; y una música inmersiva que se simbiotizan a la perfección con el tono de la película, el espectador que sepa dejarse llevar por esa inquietante pero atrayente atmósfera, quedará hipnotizado y sumergido en una experiencia sensorial, en medio de una atmósfera de pesadilla. Estamos precisamente ante todo lo contrario a lo que sería un “cuento de hadas” sobre una triunfadora en la meca del cine, esto es un “cuento de terror” sobre los traumas de una persona muy real, detrás de un personaje al que desearía no haber creado.

Por la mencionada atmósfera que prima en Blonde, si algún director y su cine vienen a la mente del cinéfilo, ese ha de ser David Lynch. Nadie refleja como él, el universo onírico y las deformaciones surrealistas y absurdas de la realidad, para generar sensaciones de verdadera angustia, misterio y terror. Aunque incluso su magnífica ópera prima, de 1977, la muy bizarra y malsana Eraserhead (Cabeza borradora), por su ambiente oscuro, claustrofóbico, repulsivo y de pesadilla, en algún momento, puede que Blonde recuerde a ella (el contexto y la forma con que se muestran los abortos). Son, sobre todo, sus dos últimos largometrajes hasta el momento, la enigmática, apasionante y sobresaliente Mulholland Drive (2001) y la extremadamente críptica y experimental Inland Empire (2006), con las que más se pueden encontrar puntos de conexión en Blonde. Así, ambas giran en torno a dos actrices con deseos de triunfar en el mundo del cine, que se ven sobrepasadas por sus ansias de fama, y de la noche a la mañana un mundo que les sonreía se convierte en una pesadilla incomprensible e incontrolable. Simbólica o figurativamente, e incluyendo a Blonde, en las tres películas se pueden hallar secuencias representativas del sentir expresado, en forma de sonrisas que se deforman en muecas grotescas, o se transforman en gestos de angustia, o, incluso, en gritos de intenso dolor.

La actriz Naomi Watts en Mulholand Drive y la actriz Ana de Armas en Blonde
Dos fotogramas con similitudes. Arriba, Diane Selwin (Naomi Watts) en Mulholland Drive (2001), de David Lynch, y abajo, Norma Jeane/Marilyn Monroe (Ana de Armas) en Blonde. Ambas historias giran en torno a dos actrices, la primera ficticia y la segunda, real (aunque en una historia ficcionada), que viven situaciones internas y externas que se convierten en auténticas pesadillas.

Resultaría más propio referirse a “recuerdo lyncheano” que a “influencia” en Andrew Dominik, puesto que pese a todas las referencias cinéfilas que quieran verse en la película, se tiene la sensación de estar asistiendo a una experiencia completamente nueva, diferente y nunca antes vista.

Asimismo, tres momentos relevantes en la carrera cinematográfica de Marilyn Monroe se muestran en Blonde. Su protagonismo en las comedias Los caballeros las prefieren rubias (1953), de Howard Hawks, The Seven Year Itch (1955, en España, La tentación vive arriba), y la mítica y considerada como una obra maestra, y una de las mejores comedias de la historia del cine, Some like it hot (1959, en España, Con faldas y a lo loco); estas dos últimas dirigidas por el gran Billy Wilder.

El ambiente generado alrededor de los rodajes y premiers de estas películas y su influencia psicológica en Norma Jeane/Marilyn Monroe, de alguna manera, son utilizadas por Dominik para plasmar una evolución de deterioro psicológico en la actriz. Transmite así Dominik, con maestría y perfección, el contraste entre la ficción, representada por Marilyn Monroe en dichas comedias clásicas, en las que priman la ligereza y la alegría, y la realidad, en la que progresivamente se va desatando un drama psicológico terrorífico para la actriz. La intención es que el espectador, al percibir el contraste, sienta una impresión mayor.

Ana de Armas interpreta a Marilyn Monroe en la película Blonde, del director Andrew Dominik. Cultugrafía, difusión y crítica cultural.
Fotograma de Blonde que representa el rodaje de la icónica secuencia de Marilyn Monroe sobre el respiradero del metro, en La tentación vive arriba (1955), de Billy Wilder. Brillaba ahí la estrella en todo su esplendor, pero su trasfondo mental no era precisamente el más equilibrado.

Ana de Armas, protagonista estelar de Blonde: repaso a su biografía cinematográfica más destacada. Sublime como Norma Jeane/Marilyn Monroe

Ana de Armas, actriz cubano-española, nacida en La Habana en 1988, asume el protagonismo en Blonde, encarnando a Norma Jeane/Marilyn Monroe. Hasta la llegada de este papel estelar ya había participado en conocidas y reconocidas películas, con algunos directores actuales afamados y prestigiosos, y con el reconocimiento, en varias ocasiones, de crítica, público y profesionales.

Ana de Armas caracterizada como Marilyn Monroe con el director Andrew Dominik
Ana de Armas caracterizada como Marilyn Monroe preparando dos escenas de Blonde, junto al director, Andrew Dominik.

En España se le empieza a conocer por su participación en la serie juvenil de misterio El internado (2007-2010), en el papel de “Carol”. Tras algunos papeles protagónicos en estos lares en películas de escaso interés, y considerando que su carrera se había quedado estancada y que necesitaba de un impulso, decide mudarse a Los Ángeles y probar suerte en Hollywood. Se presenta a diversos castings, siendo su primer papel allí como protagonista, en el thriller psicológico, con tintes eróticos, Knock Knock (2015), coprotagonizada por Keanu Reeves, y dirigida por Eli Roth, conocido por Hostel (2005).

El primero de sus trabajos más destacados en la meca del cine es en el papel de la robot Joi, en la secuela del clásico Blade Runner, titulada Blade Runner 2049 (2017), dirigida por el prestigioso director canadiense Denis Villeneuve, especializado desde hace años en la ciencia ficción de calidad (La llegada, 2016 y la nueva versión de Dune, 2021) y por la que De Armas recibe su primera nominación a un premio, el Saturn a la mejor actriz de reparto.

Aunque, sin duda, su trabajo más reconocido hasta la fecha ha sido en el papel de Marta Cabrera en Knives out (2019, en España, Puñales por la espalda), dirigida por Rian Johnson, conocido por haber dirigido Star Wars: Episodio VIII-Los últimos Jedi y el mejor episodio de la serie de culto Breaking Bad (2010-13), Ozymandias. Por esta actuación, Ana de Armas recibe una nominación al Globo de oro a la mejor actriz de comedia o musical.

Ana de armas en Blade Runner 2049 y en Puñales por la espalda.
Dos de las más conocidas interpretaciones de Ana de Armas en Hollywood. Arriba, la robot Joi en Blade Runner 2049 (2017), de Denis Villeneuve. Abajo, en el papel de Marta Cabrera, en Puñales por la espalda (2019), de Rian Johnson, interpretación premiada con el Globo de oro a la mejor actriz de comedia o musical.

Su última actuación más conocida a nivel internacional previa a Blonde, ha sido como “chica bond” en la última película del Agente 007, Sin tiempo para morir (2021), de Cary Fukunaga. Como curiosidad, es la última participación del actor Daniel Craig encarnando a James Bond.

Entrando en el análisis de la actuación de Ana de Armas en Blonde, más allá de alguna polémica estéril como la de quienes han apuntado a que, supuestamente, se notaría mucho su acento cubano, lo que conllevaría cierta inverosimilitud, ha existido un elogio prácticamente unánime, de crítica y público, a su extraordinaria, maravillosa y perfecta encarnación de Norma Jeane/Marilyn Monroe, además en los complejos términos de reinvención del personaje concebidos por el director. Resulta insignificante el tema del acento como para conseguir ni mínimamente opacar toda la dimensión de su interpretación por la recreación que, precisamente, hace de su voz suave, susurrante y sensual, del físico y apariencia de sex symbol vulnerable o de su mundo emocional y psicológico.

Con la intención prospectiva de indagar en la personalidad, emociones y psicología de Norma Jeane/Marilyn Monroe, proyecta Dominik su cámara sobre el rostro de Ana de Armas, consiguiendo bellos sostenidos primeros planos del mismo, que llenan la pantalla, en consonancia con el carácter fatalista de la historia, de sentimientos casi siempre melancólicos, dramáticos o trágicos, que difícilmente pueden ser expresados de mejor manera. La interpretación y captación de dichos sentimientos, respectivamente, por Ana de Armas y Andrew Dominik, van acompasados al ritmo pausado de la mayoría de las secuencias. De esta forma, Ana de Armas tiene el tiempo necesario para desplegar todas sus dotes interpretativas, con una gran variedad de matices ofrecidos en una misma secuencia o incluso, en un mismo plano (véase la larga, hipnótica y bella secuencia de la primera conversación con Joe DiMaggio).

Norma Jeane/Marilyn Monroe (Ana de Armas)
Norma Jeane/Marilyn Monroe (Ana de Armas) durante la primera conversación que mantiene en Blonde con Joe DiMaggio. Una larga e hipnótica secuencia que deja planos como éste, sostenido sobre el rostro de la actriz, y que es uno de los más bellos de la película. Ana de Armas ofrece aquí una gran e impresionante variedad de matices interpretativos.

Durante el pasado festival de Venecia, Ana de Armas recibió una merecidísima y larguísima ovación de quince minutos. Acaba de ser muy justamente nominada por la Academia de Hollywood al Oscar a mejor actriz y sería igualmente de justicia que finalmente le concedieran el premio.

La toxicidad de la dualidad Norma Jeane/Marilyn Monroe

Uno de los principales empeños en la película es el de mostrar la gran distancia existente entre la persona, Norma Jeane, y el personaje, estrella o mito por ésta creado, Marilyn Monroe. Ambas son concebidas por el director y guionista Andrew Dominik como “seres distintos” que no tienen más remedio que “convivir”; no solo es que tengan personalidades diferentes, sino, incluso, contradictorias.

Al crear a Marilyn, Norma, en ningún modo, tiene como fin intentar conseguir una fama que odia, sino que su personaje se constituya en una especie de escudo protector que le salvaguarde de la desconfianza y temor (fundado) que le provoca la devoradora industria del cine. Precisamente porque su objetivo no es conseguir la fama, ama su profesión de actriz desde un punto de vista cultural e intelectual. Así, la dualidad persona/personaje nace cuando Norma culpa a su personaje Marilyn de que únicamente le ofrezcan papeles en comedias en los que tiene que interpretar a personajes “frívolos”, que ella considera muy alejados de esa elevada idea artística que atribuye a su profesión, y con los que además, consigue la fama que tanto denuesta Norma.

Norma Jean acaba considerando a Marilyn Monroe como “otra persona”. Con el paso del tiempo ésta se constituye para aquella en un fatal obstáculo para llevar el tipo de vida personal, familiar, actoral e intelectual, que hubiera deseado vivir. Así, en distintas secuencias, Norma Jeane se refiere a su personaje en términos como: “esa no soy yo”, “soy esclava de Marilyn Monroe” o “la chica que está en pantalla no soy yo”.

El reflejo de Norma Jeane/Marilyn Monroe en un doble espejo. Cine. Película Blonde dirigida por el director Andrew Dominik e interpretada por Ana de Armas. Análisis cinematográfico. Cultugrafía
El reflejo de Norma Jeane/Marilyn Monroe en un doble espejo parece mostrarnos la dualidad persona/personaje. Da la impresión que se refleja de forma diferente a la izquierda que a la derecha. A la izquierda, representaría a Norma, la persona, con una mueca de tristeza en los ojos y en la boca. A la derecha, parece más la estrella, Marilyn, mirando de frente con un gesto aparentemente más sonriente.

Inevitablemente, Marilyn Monroe -el personaje- va a acabar engullendo a Norma Jeane -la persona-. Y cuando esto ocurre, es demasiado tarde y Marilyn ya se halla en estado de “desintegración”.

Afectación psicológica del trauma del padre ausente: Everyday needs a da-da-daddy.

Otro de los temas centrales de Blonde, por el influjo trascendental, hasta el final, que tiene sobre la vida de Norma Jeane/Marilyn Monroe, es el que gira en torno a la figura del padre ausente. Norma Jeane nunca va a renunciar a encontrarse con su padre, convirtiéndolo en una obsesiva búsqueda, que unida a sus numerosos abortos (objeto de desarrollo posterior), la enfermedad mental de su madre y las otras penosidades sufridas en forma de abusos, acosos o explotaciones, le va a ir acelerando su progresivo deterioro mental.

Retrato de Charles Stanley Gifford. El padre Marilyn Monroe/Norma Jane
Fotografía del “supuesto” padre de Norma Jeane/Marilyn Monroe que aparece en un cuadro en Blonde, y que, obsesivamente, va a ser mentalmente visualizada por ella en muchos momentos de la película. La foto es real y aunque en la película no se aborda cuál sea la verdadera identidad del padre, ésta se corresponde con un hombre llamado Charles Stanley Gifford. Un estudio genético efectuado a principios de este año, ha confirmado que efectivamente era el padre de Norma Jeane. Murió en California en 1965, y era el responsable de una empresa de revelado fotográfico.

En un extraño e inquietante prólogo, pleno de hermosura formal (véase la impactante y hermosa secuencia, con tintes oníricos, de la huida por el incendio) y complejidad psicológico-argumental, y anticipatorio, por otra parte, de lo que, tanto en fondo, como en forma, va a ser Blonde hasta el final, la circunstancia de la ausencia del padre y el tipo de persona que éste pueda ser, es relatada por su madre Gladys Mortensen (Julianne Nicholson), en la forma que ella interpreta, a una Norma Jean niña, a partir de un cuadro  que coloca en la pared de su habitación, con una foto del “supuesto” padre. La madre le cuenta a su hija que ese señor es su padre y que es un importante magnate de Hollywood. La importancia de este matiz “interpretativo” es debido a que, dado el trastorno mental inespecificado en la película que padece la madre (aunque según fuentes oficiales, en 1934 fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide), se considera conveniente analizar la verosimilitud de la explicación ofrecida por ella a su hija.

Se va a intentar llegar a responder a dicha cuestión, mediante una posible explicación “filosófico-psicológica”, en realidad, aplicable a toda la película. Así, existirían tres posibles niveles de percepción en la madre aplicables también al espectador (porque los hechos que conozca, o no, serán a partir de ahí): “Realidad”, “realidad alterada”, y el perteneciente al mundo “onírico” o de los sueños.

Gladys Mortensen, la madre, enferma mental, de Norma Jeane/Marilyn Monroe. Arriba, en la ficción de Blonde, interpretada por Julianne Nicholson, y abajo, una fotografía de la Gladys Mortensen real junto a su hija Norma Jeane.
Gladys Mortensen, la madre, enferma mental, de Norma Jeane/Marilyn Monroe. Arriba, en la ficción de Blonde, interpretada por Julianne Nicholson, y abajo, una fotografía de la Gladys Mortensen real junto a su hija Norma Jeane.

La “alteración de la realidad” se produciría cuando la percepción y exteriorización de lo percibido por la madre está afectado por su trastorno mental; no será, por tanto, la realidad en sí, sino la que se encuentre en su mente, y ella la considera así, en función de dicho trastorno. En cuanto al nivel “onírico”, en general, son “deformaciones” de la realidad (irreales o surrealistas) que se producen en los sueños, pero que parten o de un hecho real o que de alguna manera ha mantenido, mantiene o se cree que mantendrá, en algún punto, contacto con la realidad.

Visualizar o entender este nivel “onírico” en la madre resulta aún más complicado, puesto que podría llegar al mundo onírico desde el nivel de la “realidad” o desde el de la “alteración de la realidad”. La probable confusión mental de la madre (da toda la impresión que tiene en su mente una idealización del padre de Norma Jeane) se traslada a su hija y, por ende, al espectador que al recibir la misma información que ésta, no le será posible conocer la realidad de lo que la madre le cuenta a la hija sobre quién sea verdaderamente el padre o las circunstancias del abandono.

En la película se sugiere que Norma Jeane también padece algún tipo de trastorno psicológico que se va a ir agravando progresivamente. Aunque, se desconoce si su origen pudiera estar en estas dramáticas circunstancias externas que se vienen explicando, o si, por el contrario, habría nacido con el trastorno y estas circunstancias lo habrían ido agravando.

La tristeza reflejada en el demacrado rostro de Norma Jeane/Marilyn Monroe. Una de las principales causas de su deterioro psicológico, la ausencia y búsqueda permanente de su padre.
La tristeza reflejada en el demacrado rostro de Norma Jeane/Marilyn Monroe. Una de las principales causas de su deterioro psicológico, la ausencia y búsqueda permanente de su padre.

En la magistral primera secuencia que sigue al prólogo, en la que una Norma Jean adulta, ya como Marilyn Monroe, acude a un casting, suena como telón de fondo una canción que ella misma interpretaba en la película de 1948, Las chicas del coro, de Phil Karlson, Everybody needs a Da-Da-Daddy (cuyos autores son Alan Roberts y Lester Lee).

Simplificando, la canción trata sobre una chica que busca, como pareja, a un hombre mayor con dinero que le proporcione una estabilidad económica, pero también amor, con la misma ternura y protección –se deduce– como las que le proporcionaría un padre. En este último sentido “protector” de padre resulta muy significativa la demoledora y explícita última frase de la canción, previa al estribillo, “porque los lobos están terriblemente hambrientos en nuestro vecindario”.

El hecho de que suene este tema en dicha secuencia es de un enorme significado, pero no sólo dentro de la misma secuencia, sino también, para toda la película. De una coherencia impecable con la trama y con un asombroso sentido artístico, sin embargo, si no se sitúa en el debido contexto, podría considerarse una ironía muy amarga que rozaría el cinismo e incluso la provocación al espectador. Y es que, texto y subtexto de la canción anticipan varios puntos esenciales en torno a los que gira la película: La simplista y utilitarista concepción que buena parte de la industria de Hollywood tiene de Marilyn Monroe como mero sex symbol; el rechazo de la persona, Norma Jeane a su personaje, Marilyn Monroe, debido a las circunstancias que se explicaban en el punto de la dualidad; y el deseo de Norma Jeane de que los hombres (a sus parejas las llama “daddy”) la traten con el mismo cariño que lo hubiera hecho ese padre que no ha conocido y que no la ha protegido de esos “lobos terriblemente hambrientos”, frente a los que se ha encontrado siempre muy sola, y que aúllan de placer cada vez que la ven, valorándola únicamente por su físico y no por su mente (secuencia del indeseable productor).

La relación de Norma Jeane/Marilyn Monroe con sus parejas

Es evidente que la sombra del padre ausente va a sobrevolar sobre las relaciones de Norma Jeane con sus parejas, que incluso le conducen a sentirse avergonzada de momentos en los que siente algo aproximado a la felicidad, como si no tuviera derecho a alegrarse por nada que no sea el encontrar a su padre.

Bonito plano de Blonde. Un momento de tranquilidad y felicidad en el matrimonio entre Norma Jeane/Marilyn Monroe con el ex beisbolista Joe DiMaggio (Bobby Cannavale), en medio de una relación que en la realidad se caracterizó -y así es mostrado fielmente en Blonde-, por su turbulencia. DiMaggio era obsesivo en su afán de “proteger” en todo momento a la actriz y un celoso patológico que la maltrató física y verbalmente, lo que desembocó en un sonado divorcio.

Analizando otras circunstancias en las relaciones, la que no se parece en nada a ninguna de las demás, es la mantenida con el Presidente John Fitzgerald Kennedy (Caspar Phillipson), cuyo retrato en la película no es precisamente benévolo, y que pese a que Norma/Marilyn le profesa un amor romántico, incluso idealizado, para nada él la corresponde en tal sentido, y ni tan siquiera la considera pareja. JFK no quiere a la persona, a la que incluso desprecia, desea al personaje Marilyn Monroe para “disponer” de ella cuando y como quiera.

Las otras tres relaciones –en el orden en que aparecen– la poliamorosa con Charlie Chaplin Jr. y Edward G. Robinson Jr. (respectivamente, Xavier Samuel y Evan Williams),  y sus dos matrimonios con el ex beisbolista, Joe DiMaggio (Bobby Cannavale), y el dramaturgo, Arthur Miller (Adrien Brody), se caracterizan, sobre todo, porque todos ellos a quien quieren es a la persona, Norma, y no al personaje, Marilyn. Valoran la autenticidad del “ser en esencia” y no la artificialidad del “ser famoso”. Además, un rasgo importante por lo que supone de la superación de determinados prejuicios que siempre han existido de Marilyn Monroe, es que todos ellos presuponen y valoran la cultura y la inteligencia que posee Norma Jeane.

La primera relación de Norma/Marilyn que se muestra en la película es la poliamorosa que mantiene con Charlie Chaplin Jr. y Edward G. Robinson Jr. (respectivamente, Xavier Samuel, a la izquierda, y Evan Williams, a la derecha). No existen evidencias de que esta relación se produjera en la realidad, pero tal y como es reflejada en la película parece la etapa en la que Norma se siente más libre, alegre y feliz.
La primera relación de Norma/Marilyn que se muestra en la película es la poliamorosa que mantiene con Charlie Chaplin Jr. y Edward G. Robinson Jr. (respectivamente, Xavier Samuel, a la izquierda, y Evan Williams, a la derecha). No existen evidencias de que esta relación se produjera en la realidad, pero tal y como es reflejada en la película parece la etapa en la que Norma se siente más libre, alegre y feliz.

Sin embargo, en otro sentido, se dan en Joe DiMaggio y Arthur Miller unas determinadas consideraciones prejuiciosas hacia la propia persona de Norma, que acaban minando las relaciones. Joe DiMaggio ve en Norma a un ser absolutamente vulnerable al que continuamente ha de proteger; un comportamiento obsesivo que lleva a consecuencias indeseadas e indeseables. Mientras que Arthur Miller siente que Norma es para él una especie de musa, que le motiva en sus creaciones artísticas, lo que llega a ensombrecer el entusiasmo de Norma en la relación, al sentirse, de alguna manera, utilizada.

Exceptuando a Kennedy, todas sus parejas valoraron su gran capacidad cultural e intelectual. En este aspecto, fue especial su relación con el dramaturgo Arthur Miller (Adrien Brody). Fotograma de un romántico plano de la película.

Blonde “acusada” e incomprendida: Polémicas sobre la “explicitud” de determinadas secuencias, la supuesta postura “antiabortista” en la película del director Andrew Dominik o su también supuesta “misoginia”. Refutaciones a dichas tesis. Las similitudes entre la Norma Jeane/Marilyn Monroe de Blonde con las mujeres de la Trilogía Corazón de Oro, de Lars Von Trier.

Desde algunos sectores se han considerado como excesivamente explícitas determinadas secuencias de contenido sexual en las que Marilyn Monroe es víctima de agresiones sexuales, hasta el punto de producirse abandonos en algunas proyecciones en festivales. Al respecto de la polémica, resulta muy oportuna la reflexión hecha por Ana de Armas en una entrevista para L’Officiel:

“Puedo contarte una serie de series o películas que son mucho más explícitos, con mucho más contenido sexual que Blonde (.) Para contar esta historia es importante mostrar todos esos momentos en la vida de Marilyn que la hicieron terminar como terminó. Necesitaba ser explicado (.) Teníamos que abordar lugares incómodos”.

El contenido polémico viene referido, sobre todo, a un par de secuencias (la del productor tras el prólogo y la escena con el presidente Kennedy) que, si bien es cierto, en realidad, no alcanzarían el grado explicito que se ha comentado (aunque está claro que cada uno tendrá su propio “listón”), sí que son de una extraordinaria dureza para Norma Jeane/Marilyn Monroe, pero, desde otro punto de vista, también para un espectador, al que Andrew Dominik, “obliga” – durante toda la película -a colocarse en la posición de Norma Jeane/Marilyn Monroe, a fin de que empatice con su sufrimiento y entienda lo incomprensible de las actitudes de los causantes. Por ello, aunque la decisión del director Andrew Dominik es –faltaría más– totalmente válida desde un punto de vista artístico, también ha de considerarse irreprochable desde un punto de vista ético. Como expresaba Ana de Armas en la referida entrevista, era necesario visitar “lugares incómodos” de la vida de Marilyn para comprender su dramática deriva.

El sufrimiento extremo reflejado en el rostro de Norma/Marilyn (Ana de Armas). La pretensión del director Andrew Dominik es que el espectador empatice con ella como víctima y, así, logre comprenderla.
El sufrimiento extremo reflejado en el rostro de Norma/Marilyn (Ana de Armas). La pretensión del director Andrew Dominik es que el espectador empatice con ella como víctima y, así, logre comprenderla.

Debido, precisamente, a la forma con que se aborda en la película el sufrimiento de Marilyn, algunos la han calificado de misógina, por darse un encarnizamiento excesivo y prolongado, rayano en el sadismo, que haría que Marilyn sólo “sea” o “signifique” en la película “en función del sufrimiento reflejado”, contra el que, por otra parte, jamás se rebela, sin mostrar además, ninguna otra actitud o faceta de su personalidad.

Es importante tener en cuenta que el contexto histórico-cinematográfico en la película es el de la época dorada de Hollywood. Y la relación de ese Hollywood con Marilyn Monroe es retratada por Andrew Dominik (sin necesidad de caer en subrayados redundantes e innecesarios) como una “máquina de picar carne”, que ejerce directamente, o acepta,  por mirar para otro lado, el machismo y la violencia sexual como métodos acosadores y coactivos, capaz de crear un mito, elevarlo a la cima y exprimirlo a conveniencia, y, a la vez, destruir, sin piedad alguna, por acción u omisión, a la persona detrás del mito; con lo que, inevitablemente, el mito, finalmente, quieran o no los “ejecutores” de la persona, acabará cayendo con ésta. En consecuencia, Andrew Dominik presenta a Hollywood, en la persona de determinados productores o personajes influyentes y poderosos sin escrúpulos, como importante causante de daños físicos y psicológicos en Norma Jeane/Marilyn Monroe.

Dichos daños van a afectar drástica y devastadoramente a su deseo de ser madre, que se va a ver frustrado por varios abortos. En alguno de los abortos que se muestran en la película recibe unas nada sutiles presiones de esos mismos productores poderosos y sin escrúpulos que le instan a abortar como condición para ofrecerla determinados papeles, amenazándola con perder su status de estrella y dejar de contratarla, si no acepta tal chantaje.

Norma/Marilyn ante uno de los abortos que se le practican. Blonde, del director Andrew Dominik. Crítica cinematográfica en Cultugrafía, difusión y crítica cultural.
Norma/Marilyn ante uno de los abortos que se le practican. Quienes afirman que la película defiende una postura antiabortista pasan por alto que lo que se está reflejando es el sufrimiento de una mujer que desea ser madre pero cuyos deseos se van a ver frustrados por determinados personajes de las alturas de Hollywood que literalmente la coaccionan y chantajean para que no siga adelante, bajo amenazas de perder sus trabajos como actriz, y de no volver a contratarla.

En relación a esto último, y en una nueva polémica, se ha llegado a criticar a Andrew Dominik por, supuestamente, defender en la película una postura antiabortista, debido –de nuevo- a la explícita forma en que se escenifican los abortos (el plano subjetivo vaginal es lo más controvertido). Pese a esta radicalidad visual, conceptualmente no existe en la película el menor interés en generar ningún debate moral, ético, ideológico o político sobre el derecho a abortar de la mujer o la negación de tal derecho. Por el contrario, la esencia de lo mostrado, como se ha explicado, es una mujer a la que se le está anulando su capacidad de decidir libremente, pues su deseo es ser madre, pero coactivamente se le amenaza con perder su trabajo si no aborta.

Resulta oportuno recurrir al siempre genial y provocador director danés Lars Von Trier, y a su retrato de las mujeres en su Trilogía Corazón de Oro, sobre todo, por la similitud de los argumentos en las acusaciones efectuadas en su día contra Von Trier, y ahora, contra Andrew Dominik. Dicha trilogía la componen tres obras maestras, Rompiendo las olas (1996), Los idiotas-Dogma 2 (1998) y Bailar en la oscuridad (2000), en las que las protagonistas son tres mujeres, Bess (Emily Watson), Karen (Bodil Jørgensen) y Selma (Börk), respectivamente, a las que Lars Von Trier concibe como una especie de “heroínas dramáticas” y que con sus matices (que, por otra parte, también se dan entre estos tres personajes) guardan algunas significativas similitudes, con la concepción que de Norma Jeane/Marilyn Monroe tiene Andrew Dominik en Blonde.

Los rasgos esenciales que configuran la sensible personalidad de estas mujeres sería que son buenas, generosas, inteligentes y sufridoras. Se pretenden refutar las acusaciones de misoginia con el desarrollo analítico de estos adjetivos. Que se las represente como mujeres, en el sentido extremo de la expresión popular, “demasiado buenas para este mundo”, supone posicionarse en las antípodas de la irracional y atávica concepción de “malignidad” que en momentos de la historia se le ha atribuido (y en algunas culturas se le sigue atribuyendo) a la mujer, y que tiene su principal origen en el mito de Adán y Eva, que en las llamadas religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islamismo) ha querido explicar el origen de la humanidad, colocando a Eva (mujer) no sólo como “proveniente de Adán” (hombre), sino como “la que, con malas artes, engaña a ese hombre para hacerle caer en la tentación”, siendo así la causante del llamado “pecado original”.

La generosidad de estas mujeres va vinculada a su bondad, y se entiende como opuesta a la mezquindad y egoísmo que reina en la comunidad o colectivo en la que habitan. En tercer lugar, en otra importante concepción totalmente opuesta a una postura misógina, son mujeres inteligentes, que se dan perfecta cuenta de lo que les va sucediendo a ellas mismas y a su alrededor, y además, son las que mejor saben interpretarlo (en el sentido de constituirse en un espejo en el que el hipócrita dañino se vea reflejado). Además, que sean a la vez bondadosas e inteligentes implica ir totalmente a la contra de cierta concepción popular que vincula bondad con estupidez. En último lugar, sufren mucho, víctimas de injustas situaciones coactivas y amenazantes, psicológicas y físicas, de abuso y explotación a manos de un colectivo o comunidad.

Cuatro mujeres “heroínas dramáticas”. A la izquierda, Bess (Emily Watson), Karen (Bodil Jørgensen) y Selma (Börk), de la maravillosa Trilogía Corazón de Oro, de Lars Von Trier. A la derecha, Norma Jeane/Marilyn Monroe (Ana de Armas) en un fotograma de Blonde.
Cuatro mujeres “heroínas dramáticas”. A la izquierda, Bess (Emily Watson), Karen (Bodil Jørgensen) y Selma (Börk), de la maravillosa Trilogía Corazón de Oro, de Lars Von Trier. A la derecha, Norma Jeane/Marilyn Monroe (Ana de Armas) en un fotograma de Blonde. Las cuatro comparten, con matices, ciertas características de su personalidad, como es el sufrimiento que les causan los “lobos hambrientos”.

La principal acusación de misoginia contra las referidas películas y directores radica en que dichas mujeres recibirían con “resignación” el tortuoso sufrimiento que les es infringido, lo cual iría contra su dignidad como mujeres. Sucede que se está confundiendo la (aparente) resignación con “aceptación” de tal sufrimiento, al no llevar a cabo ningún acto que implique mínimamente una oposición, resistencia o rebelión ante sus agresores. Pero de esta forma, se está dejando fuera de la ecuación que dicha capacidad ha sido anulada por el agresor, psicológica o físicamente, o por ambas vías a la vez. Aparte de esto, tampoco la víctima tiene ninguna “obligación moral” de defenderse porque va a seguir siendo igual de víctima, y el verdugo igual de verdugo. Y la indignidad siempre estará en éstos, pero jamás en aquéllas.

Desde un punto de vista psicológico, resulta muy interesante analizar el viaje hacia la maldad humana que reflejan estas películas. Ante la bondad y generosidad sin límites de estas mujeres, determinados individuos de la comunidad o del colectivo en el que habitan y que, de alguna manera, ejercen como “líderes morales” sobre el resto, comienzan a “oler” debilidad y vulnerabilidad en ellas (los “lobos terriblemente hambrientos” que asedian a Marilyn Monroe y de los que se ha hablado con anterioridad). Y mediante lo que no son más que autojustificaciones mezquinas, repugnantes, abyectas e hipócritas que les confieran una “cobertura moral” que necesitan para “limpiar” la suciedad de sus conciencias, y que van a ir poco a poco inoculando al resto de la comunidad, se van lanzando a por su “presa” (como en todo siempre habrá alguna “honrada” excepción que se abstenga de participar en ese “circo romano” de maldad, pero que tampoco hará nada por impedírselo a los demás). Se presencia así un grotesco espectáculo, en unos de “transformación” hacia la maldad, y en otros, “simplemente” de afloramiento de su “yo malvado”, verdaderamente sorprendente por la rapidez con que se produce, y por lo adictiva que les resulta la violencia que ejercen. Lo más inquietante de todo este proceder es que las personas más respetadas y consideradas en la comunidad estarían aguardando a que se produjera la más mínima sensación de “impunidad moral” (ideada por ellos mismos para sí mismos) para prender la mecha y así dar rienda suelta a su maldad (como quien buscara la “cobertura moral” de una guerra para poder asesinar sin remordimientos).

Uno de los numerosos gestos dramáticos de Ana de Armas interpretando a Norma Jeane/Marilyn Monroe en Blonde
Uno de los numerosos gestos dramáticos de Ana de Armas interpretando a Norma Jeane/Marilyn Monroe en Blonde que configuran el tono general que desea transmitir el director Andrew Dominik. Lars Von Trier lo llama “sentir la película como una piedra en el zapato”, como si de una obligación o deber moral del espectador se tratase.

Por tanto, es cierto, Andrew Dominik como Lars Von Trier reflejan crudamente un gran sufrimiento padecido por sus protagonistas femeninas, pero con la sana intención de que el espectador sienta con dureza la injusticia y dureza del maltrato y empaticen con esas mujeres. Como afirmó Lars Von Trier en una ocasión, “una buena película tiene que ser como una piedra en tu zapato”.

La fotografía experimental de Chayse Irvin: un descenso visual a los infiernos más allá del artificio. El significado de los continuos cambios de color entre escenas

La fotografía de la película corre a cargo de Chayse Irvin, experimentado director de fotografía, con trabajos previos, aparte de para cine, en el mundo del videoclip y la publicidad, y cuya colaboración cinematográfica previa más conocida había sido para la película “Infiltrado en el KKKlan” (2018), de Spike Lee.

Lo más destacable del trabajo de fotografía en Blonde es su carácter experimental basado en la interpretación que de la novela de Oates efectuó Irvin, y que explicó en una entrevista para IndieWire:

Leí la novela tres veces y tuve la interpretación de que era una representación de toda su vida, pero como si la estuviese reviviendo en el momento de su muerte. Fue como una alucinación ocurriendo en una secuencia. (.) Se trataba menos de recrear hechos reales y más sobre, ¿Cómo distorsionamos esto de un modo que refleje realmente cómo se debió sentir en aquel momento?”.

Ana de Armas trabajando con el director de fotografía de Blonde, Chayse Irvin, el cual enfocó su tarea a partir de la interpretación de la novela de Joyce Carol Oates. Su objetivo, recrear imágenes de Marilyn Monroe cuya correspondencia con las originales fuera lo más fiel posible, para que a partir de ellas, el director Andrew Dominik desarrollara las secuencias de un modo ficticio, distorsionando la realidad, para lograr reflejar los sentimientos que Marilyn pudo haber tenido en su momento.

Para lograr la originalidad de desarrollar ficticiamente secuencias enteras a partir de imágenes reales seleccionadas de Marilyn Monroe, que, además reposan en el imaginario colectivo, fue ingente el trabajo previo del equipo de la película, estudiando nada menos que unas 700 páginas de fotografías y material gráfico que había sido recopilado por el director Andrew Dominik durante diez años. Emerge finalmente una especie de extraño “collage cinematográfico” con un fondo realista dramáticamente aterrador, pero en medio de una atmósfera con una apariencia unas veces abstracta, otras, surrealista.

Imagen de archivo de Marilin Monroe e imagen del rodaje de Blonde con Ana de Armas. Películas y Cine en Cultugrafía
Un claro ejemplo de la perfecta recreación de imágenes en Blonde. Incluso si en un primer instante no se fija la mirada con atención, se puede dar la confusión entre cual es real y cual ficticia. Para efectuar la selección de imágenes finales, el equipo de la película llevó a cabo una ingente labor, llegando a estudiar nada menos que 700 páginas de imágenes de Marilyn Monroe. En cuanto a los cambios de color entre secuencias, únicamente se fundamentan en el color de la imagen ya existente.

Dicho peculiar proceso creativo es detallado técnica y conceptualmente por Chayse Irvin en la mencionada entrevista del siguiente modo:

Tenía la fotografía frente a mi (.), la miraba y después colocaba la cámara e intentaba crear la misma geometría dentro del encuadre (.) Intentaba hacer que pareciese desestructurada porque Marilyn siempre tuvo una necesidad por la estabilidad y el amor en su vida, pero nunca la pudo encontrar. Siempre se le negó (.)”

Sobre los continuos cambios de color que se producen entre secuencias, se había generado cierta confusión en torno a su interpretación, pues se le había querido otorgar una trascendencia en el significado de la trama, en el sentido de hacer referencia a las distintas emociones de Norma/Marilyn o a la alusión al tiempo pasado, presente o futuro que finalmente no tenía. Nada mejor que acudir al director Andrew Dominik que en una entrevista con “Observer”, explicaba así la cuestión:

Todo se basa en imágenes ya existentes en el imaginario, y unas son en color, y otras en blanco y negro. Así que si basamos una secuencia en una fotografía en blanco y negro (…) grabamos la escena en ese formato; si es en color, la hacemos en color (…) No hay ninguna razón vinculada a la historia (.) Intento atraparla dentro de la memoria colectiva, y las escenas de la película se seleccionan sobre esa base. No es una narración. Es una experiencia emocional; se basa en intentar aprovechar tus asociaciones con imágenes que ya has visto y poner esas asociaciones al servicio de la historia”.

Nick Cave y Warren Ellis, compositores de la música de Blonde: sus trabajos previos para cine. Colaboraciones con Andrew Dominik al margen de Blonde. La importancia del estilo y el significado de su música para cine. El recuerdo de la música de Angelo Badalamenti para David Lynch. La música en Blonde. A world of light o la música como elemento catártico

Dada la dimensión de los dos músicos compositores de la banda sonora de Blonde, Nick Cave y Warren Ellis, merece la pena reseñar resumidamente su trayectoria previa. Es en 1995, cuando el violinista Warren Ellis se une a la banda del músico Nick Cave, The Bad Seeds. Desde el inicio, entablan una relación de gran amistad más allá de lo profesional que les ha llevado a un entendimiento mutuo redundante en la excelencia de sus trabajos tanto en los discos del grupo como en otros proyectos.

Los músicos Nik Cave (izquierda) y Warren Ellis (derecha), autores de la música de Blonde. Siempre han mostrado una extraordinaria camaradería, que les ha llevado a colaborar juntos durante décadas y ha redundado en el excelente hacer de sus trabajos.

Su primera composición para cine es La propuesta (2005), de John Hillcoat, para la que, curiosamente, Nick Cave, además de la música, firma también el guion. Posteriormente, colaboran con el mismo director en la música de otras películas destacando la magnífica The Road (2009).

Su colaboración con Andrew Dominik, director de Blonde, comienza en 2007, componiendo la música de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, que viene siendo considerada, cuando menos hasta la llegada de Blonde, como el más importante y mejor trabajo de Dominik. Desde un principio éste muestra un gran respeto y admiración por ambos músicos, con los que traba amistad, y a los que, incluso, ha dedicado dos documentales muy bien valorados por la crítica, One more time with feeling (2016),

Lo que iba a ser sobre un nuevo disco de Nick Cave & The Bad Seeds quedó marcado por el lamentable fallecimiento del hijo de Nick, Arthur, que con sólo 15 años se cayó por un acantilado en noviembre de 2015 en Brighton. La tragedia transformó (.) un documental musical (.) en un estudio sobre el dolor, la pérdida y la forma en la que ésta afecta a la creación artística”.

Filmaffinity.

Y el segundo de los documentales de ese mismo año, This much I know to be true,

«captura la profunda amistad y relación personal y creativa de Nick Cave y Warren Ellis, mientras dan vida a las canciones de sus dos últimos álbumes de estudio, Ghosteen (Nick Cave & The Bad Seeds) y Carnage (Nick Cave & Warren Ellis) (.)”.

Filmaffinity.
Nick Cave y Warren Ellis habían colaborado en anteriores trabajos del director de Blonde, Andrew Dominik. Éste va a trabar una gran amistad con ambos hasta el punto de dedicarles dos documentales: This much I know to be true sobre el que media la trágica muerte del hijo de Nick Cave, y One more time with feeling sobre el proceso creativo de los dos últimos álbumes de estudio con su banda, The Bad Seeds.
Nick Cave y Warren Ellis habían colaborado en anteriores trabajos del director de Blonde, Andrew Dominik. Éste va a trabar una gran amistad con ambos hasta el punto de dedicarles dos documentales: This much I know to be true sobre el que media la trágica muerte del hijo de Nick Cave, y One more time with feeling sobre el proceso creativo de los dos últimos álbumes de estudio con su banda, The Bad Seeds.

Como vínculos comunes a todas sus composiciones para cine, está la de la figura humana tratando de sobrevivir a entornos y épocas hostiles; oscuridad, misterio, dramatismo, tensión, desasosiego, melancolía e intimismo de las propuestas a través de magnéticas, hipnóticas y envolventes melodías, que suenan tensas, tenebrosas y desesperadas, llenas de delicadeza atmosférica y poesía, que introducen al espectador en las películas. En definitiva, siempre una música fascinante y creadora de un universo propio y diferente.

Paralelamente a lo que ocurre con la dirección de Andrew Dominik con el recuerdo que trae al cine de David Lynch, ocurre también con la música de Cave y Ellis en el recuerdo que trae a la música compuesta por Angelo Badalamenti para las oscuras pesadillas de David Lynch. A esto no es ajena Blonde, cuya partitura recuerda por momentos a la compuesta por aquel en Mulholland Drive (2001). Sin embargo, y tal y como sucede con la dirección, por el peso, la personalidad y visión propia que tienen estos músicos resulta más un recuerdo producido al combinar música con imágenes, que una influencia.

Sobre su trabajo en Blonde, Nick Cave y Warren Ellis declaran en una entrevista concedida a la revista Rolling Stone:

Trabajar con Andrew Dominik es siempre un reto, pero en última instancia una experiencia alucinante. Crear la música original para esta terrorífica y compleja reimaginación de la historia de Marilyn Monroe no fue diferente y, como siempre, fue un completo privilegio trabajar con él. La más oscura de las películas con una magnífica música espiritual”.

Contraportada de la banda sonora original de Blonde, película del director andrew dominik. Cine, música y cultura en Cultugrafía, difusión y crítica cultural
Banda sonora de Blonde. Por momentos, puede recordar a algunas partituras del compositor fetiche de David Lynch, Angelo Badalamenti, aunque con personalidad propia. La última pieza de la misma, A world of light, ubicada en el tramo final de la película, es todo un prodigio pleno de hermosura poética y espiritual, que evoca una intensa tristeza melancólica y provoca en el espectador una emoción desbordante similar al que se puede sentir en la parte final de la película Magnolia (1999) de Paul Thomas Anderson, donde la música, en medio del drama, juega también un papel fundamental.

La belleza que transmiten imágenes y música, sublimadas en su tramo final, acompañan a una Marilyn Monroe sola y desolada. Secuencia del repartidor: el rostro de Marilyn desenfocado se difumina ante los ojos del espectador, mientras comienza a sonar A world of light. Hermosa pieza poética y espiritual, con una melodía que evoca una intensa tristeza melancólica, y, al mismo tiempo, en ese proceso de empatización con Marilyn, provoca una intensa emoción que, sin llegar a ser lacrimógena, desborda, desarma y devasta a un espectador ya de por sí suspendido e hipnotizado por unas imágenes y una música de una belleza tan apabullante que, pese al dramatismo, resulta más cómodo dejarse llevar. Sin embargo, en una aparente paradoja, la intensidad emocional llega a ser tan extrema que al final se puede sentir la necesidad de que se produzca una gran catarsis. En este sentido recuerda Blonde a la parte final de la sobresaliente Magnolia (1999), de Paul Thomas Anderson, por el también importante protagonismo y significado de la música.

No resulta pues nada contradictorio –aunque pudiera parecerlo en un principio– que en ese momento de Blonde suene un tema cuyo título en español es Un mundo de luz. Marilyn ya se hallaba sumida en la oscuridad desde antes, quizás desde mucho antes, y es en ese preciso momento cuando se da cuenta de que ya es tarde y está verdaderamente agotada de (sin) vivir. Parece que su única “salida” va a ser resignarse a “aceptar” un trágico “destino”, que incluso percibe como “liberador”. A world of light representaría entonces un mundo de “luz eterna” al que Marilyn desea escapar huyendo de la oscuridad de su vida.

A modo de epílogo

Mientras la estrella ya ha subido a los cielos y brilla junto a las demás, una mujer, aquí abajo yace, de mañana, en una cama junto a su perrito. El día pasa y la luz se difumina y se torna en noche, todo se vuelve oscuridad. La noche transcurre en absoluto silencio. De nuevo se va paulatinamente haciendo de día, y rayos de sol se filtran por la ventana. La oscuridad vuelve a ser luz reflejada de forma inmaculada en una sábana a los pies de una cama. A la mujer y al perrito no se les vuelve a ver más. Mientras, el silencio abrumador continúa…

Y al final, como dice el título de esa hermosa película del año 1992 del director iraní Abbas Kiarostami: Y la vida continúa…triste, alegre o irremediablemente. Y allá arriba las estrellas eternamente seguirán, y aquí abajo los dramas, pero también, por qué no, la belleza, exterior e interior. Aquélla, como las estrellas refulgentes, es más fácil de ver y más atractiva a primera vista. Más se debería tener cuidado de jamás dejar atrás, ignorar o despreciar a ésta última, más interesante, a la que habrá que dedicar más tiempo y saber amarla, valorarla, cuidarla y respetarla especialmente, y ayudarla, si así lo precisa, a que a sí misma se ame, se valore, se cuide y se respete. Y así, tal vez, sea encontrada o procurada la felicidad, o, cuando menos, acercarse a ella lo máximo posible. Lo que sí que es mucho más probable que se consiga es alejarse de los abismos del infierno, porque mientras quede tiempo, la caída al mismo, podrá ser evitada…

Después de todo, tal vez Blonde no trata argumentalmente sobre quien fue una mítica estrella cinematográfica y mundial, sino sobre quien fue, muy por encima de todo, una persona, una mujer, como cualquier otra, con sentimientos universalmente reconocidos pero que, en su caso, fueron ignorados e, incluso, le fueron arrebatados. Y ahí es donde el abismo se abre y llega la inevitable caída. ¿Pudo ser evitada?…

Otros artículos de tu interés