Una mantis religiosa sujeta en un pentagrama y comiéndose una clave de sol. Portada de David Surti (2021). Análisis y crítica musical.
Portada de David Surti (2021).

David Surti, toda una vida de música e influencias

Sensibilidad, oído, creatividad y amor incondicional a la MÚSICA. Es poco para describir al genuino intérprete y compositor David Surti tras escuchar detenidamente su primer disco en solitario: David Surti (2021). Un disco tan original como variopinto en cuanto a estilos; a la vez que sólido y respetuoso en cuanto a instrumentación y género. Sin duda, David Surti plasma toda una vida de música e influencias en un disco en que, sin olvidar la fusión y la experimentación, demuestra que es un artista que sabe lo que hace.

Cada canción de mi disco es completamente distinta a la anterior, siempre jugando con mis influencias musicales. El jazz, el funk, la bulería, el reagge o el ska, son algunos de los sonidos.

David Surti tocando con The Sunville Orchestra en Llano de Brujas (Murcia). La formación pasa por el Rockabilly, el Swing o el Rock & Roll. Crítica musical
David Surti tocando con una de sus bandas, The Sunville Orchestra, en Llano de Brujas (Murcia). La formación pasa por el Rockabilly, el Swing o el Rock & Roll. Fotografía: Sergio Town.

David Surti, intérprete y compositor

David Surti demuestra con su disco homónimo una carrera entregada a sus saxofones e influencias. Para quien lo conozca, y tras degustar cada nota, no le costará adivinar que Surti ha utilizado de lienzo el pentagrama para contarnos una autobiografía musical muy particular.

Un disco variado y difícil de entender sin el contexto adecuado. La carrera musical de Surti comienza tocando en bandas -como sus queridos Tal y Cual de Cieza (Murcia) del que fue fundador con tan solo 14 años-; y también por tocar en diferentes orquestas, recorriendo cientos de kilómetros y verbenas de los pueblos de España, donde tocó desde pasodobles, copla, los éxitos más comerciales del pop y el rock internacional hasta el intrusivo reguetón (nuestros respetos, pues hay que comer).

Surtiska es un tema de David Surti interpretado y arreglado por uno de los grupos a los que perteneció: Skarabajo Jazz Band.

Surti ha pasado por diversos grupos y formaciones. Musicalmente siempre tuvo las cosas claras pero también aprendía y se empapaba de todo lo que le aportaban sus compañeros. Trabajando como arreglista y oscilando entre la composición colectiva y la individual, ha pertenecido a diversos grupos como Clímax, Skarabajo Jazz Band o Dixieland Train, grupos en los que ha podido experimentar con diversos estilos, pero que a su vez han pivotado siempre alrededor del jazz.

David Surti ha tocado en el Festival de Jazz de San Javier, de Murcia y de Cartagena. Además, siempre ha colaborado -y lo sigue haciendo- en jam sesions, viajando con sus saxofones por locales como el Jazzazza, La puerta falsa, Garage Beat Club o la Sala Spectrum.

Charangueros y Llueve

David Surti es un cinéfilo empedernido. Como curiosidad, decir que le apasiona el mundo del doblaje y como era de esperar, de las bandas sonoras. Sus temas bien podrían acompañar los fotogramas de una película, y este en concreto: Charangueros; recuerda a películas de Berlanga como Plácido (1961) o a otras más recientes como Días de fútbol (2003) de David Serrano.

Además, conceptualmente, Surti se inspira en El Viaje a ninguna parte (1985 novela), (1986 película), de Fernando Fernán Gómez, para darle sentido a Charangueros -el pasodoble irónico-, pues nos cuenta el recorrido que debe hacer el artista durante toda su vida dedicada a la interpretación, quien vive y muere de manera anónima.

«Charangueros, pasodoble irónico». El primer tema del LP David Surti (2021), con Primos y Amigos.

Con el músico ocurre lo mismo, que se dedica toda la vida a ir de pueblo en pueblo, fiesta en fiesta y verbena en verbena; para que ese viaje no le lleve a ninguna parte. Triunfando en el momento en que se ha de triunfar -y dejando escapar trenes que nunca pasan- o muriendo de manera anónima. Por ello, Surti nos regala este pasodoble irónico, un género comúnmente alegre pero con el que nos deja la triste reflexión de que tras tantos años de estudio y trabajo duro, el músico jamás es considerado como artista, y queda relegado a simple bufón que entretiene, anima la fiesta y está obligado a mantener su sonrisa mientras aguanta a paletos borrachos y patrones exigentes y maleducados.

La ironía de toda una vida dedicada a una labor artística, que en realidad no lleva a ningún lado influyente en la sociedad o la historia, pero que cuando falta, más de uno echa de menos.

Llueve es pura fusión y es difícil de enmarcar en un estilo concreto. Compuesto en 6×8 es un tema que desborda optimismo, con un arreglo que mezcla para sorpresa de todos el sólido saxo barítono de Chema Rubio (también productor del álbum) y el jazzero bajo eléctrico de Antonio Peñalver. Además, incluye unas bonitas cadencias flamencas que hacen de puente y reposo al inicio y al final, donde la batería y percusiones de Quino Giménez tienen mucho que ver, dando por momentos la sensación de que la música nos ha trasladado a la India o a una aldea africana.

Mientras escuchas Llueve, hacia la mitad del tema, y cuando crees que todo el ingenio o nueva aportación al universo musical ha terminado, David Surti te termina de romper con un delicioso solo que empieza con su propio saxo soprano y que termina con la trompeta de Javier Cano y la flauta de Aída Escudero ¡al unísono! Un tema redondo que incita a cerrar los ojos, respirar y dejarse llevar, que progresa sumando elementos e intensidad y que parece que narra una historia. Llueve bien podría construir la elipsis de una película transmitiendo con alegría y nostalgia el paso del tiempo, no es de extrañar que el tema vaya dedicado a su pareja y su hijo.

L`essence verdatre y Triste ebriedad

Al ritmo del swing más puro, L`essence verdatre (La esencia verdosa) comienza siendo un agradable paseo por Nueva Orleans al atardecer. Después cambia a ska durante la gran mayoría del tema volviendo a transmitir el estilo heredado de sus Skarabajo Jazz Band y la influencia de grupos de referencia como Saint Petersburg Ska Jazz Review o New York Ska-Jazz Ensemble.

El tema se desarrolla con cuatro solos consecutivos de David Surti (saxo tenor), Javier Cano (trompeta), Chema Rubio (saxo barítono) -hasta aquí, hermanos los dos primeros y primo hermano el tercero- y Carlos Lozano Salas (trombón), para concluir el tema con un vals. Con L`essence verdatre David Surti nos entrega un tema variado con tres estilos (swing, ska y vals), y lo hace encajando la misma melodía en esos tres moldes.

Triste ebriedad es un tango al uso, con todas esas cadencias y progresiones típicas del género, y también con su instrumentación, pues Surti incluye el piano de Emanuel Menta y las cuerdas de Peñalver (contrabajo) y Antonio Villa (cello). Aunque nos topamos con una particularidad: ni acordeón ni violines encargados de dibujar la melodía. En su lugar tenemos el clarinete de Pedro G. Simón y demás instrumentos de viento madera encargados también de mantener la armonía y de -importante esto- el contracanto.

Profanando con permiso a los profesionales de la musicología, podemos deducir una vez más que este hecho se debe al paso de David Surti por las bandas de música, en las que no es usual que participen ni violines ni acordeones, pero sí clarinetes y saxos. Es un hecho musical, pero también puede que sea humano, pues también es posible que el artista tenga más a mano intérpretes de confianza de viento madera que de acordeón o cuerda.

Otra curiosidad es el particular uso que el compositor hace de los puentes entre las estrofas o estribillos de algunos de sus temas, convirtiendo estas partes en una especie de laboratorio de i+d para la experimentación musical. Por ejemplo, ya veíamos en «Llueve» cómo Surti utilizaba los puentes para fusionar flamenco con percusiones indias y africanas.

Y ahora llega la prueba de que el disco David Surti (2021) forma una unidad sólida, pues a pesar de ser tan diferentes, los temas se comunican entre sí. Si afinamos el oído, podemos comprobar que en uno de los puentes del pasodoble «Charangueros» -precisamente en el que destaca más la guitarra española de Pascual Villa (2′ 26′ ‘)-, encontramos exactamente la misma melodía -aunque en distinta tonalidad- que en los puentes de Triste ebriedad.

Queda decir que, para ser un tango, suena por un lado bastante español, sea por el cambio en la instrumentación, por los contracantos o por las cadencias que indagan en nuestro subconsciente y rescatan el pasodoble que algún día oímos en el pasacalles de la banda municipal de nuestro pueblo. Y también, por el otro lado, podemos extraer algún resquicio de latin jazz si por ejemplo recordamos las composiciones de Michel Camilo para las partes tristes de la película Two Much (1995) de Fernando Trueba, aunque esto ya es buscarle los tres pies al gato.

Olivica Partía y Azedo e doce

El tema Olivica partía fue seleccionado para realizar el vídeo promocional de la Floración de Cieza del año 2019. Buscando fomentar el patrimonio histórico de la ciudad, que va desde las pinturas rupestres de la cueva de la Serreta (patrimonio de la humanidad por la UNESCO) hasta Siyâsa, el más importante yacimiento europeo de época medieval islámica.

David Surti ofreció su tema dado el estrecho parentesco que existe entre los estilos flamenco y árabe, los cuales comparten la misma estructura armónica: el modo frigio. Un tema también difícil de enmarcar en cualquier estilo, pero que diremos que tiene fusión, flamenco, funky y, como dijo el propio bajista de Olivica partía Pascual Martínez, aire mediterráneo.

Mi tierra, mi pueblo, un platico de olivicas chafás, el olor a leña del casco antiguo en invierno, el olor del Río Segura en verano…

Con Azedo e doce (Ácido y dulce), Surti vuelve a jugar a lo seguro, una bossa nova de manual, aunque sin olvidar la línea jazzera llevada hasta ahora, con múltiples solos: David Surti (saxo tenor), Aida Escudero (flauta), Emanuel Menta (teclados), Antonio Peñalver (bajo eléctrico). Sin duda, Surti decide jugar más todavía a lo seguro incluyendo para Azedo e doce la virtuosa voz de Celia Aroca, única aparición vocal de todo el disco.

El toque de Azedo e doce es indefinido… no es frío ni cálido… es ácido y también dulce… juega al despiste con su color…

Insectívoro y Burned Horn’s Street

Si nos enfrentábamos a un LP complicado, llegados a Insectívoro descubrimos que David Surti podía seguir rizando el rizo. Es uno de los temas más curiosos y excéntricos, en palabras del propio autor, lo considera «una canción tétrica y extravagante», que bien podría formar parte del soundtrack de Beetlejuice (1988) de Tim Burton.

Decíamos que Surti era un entusiasta de las bandas sonoras, y aquí tenéis otra prueba, pues pide prestado a Danny Elfmann -un compositor muy influyente en él- su modo lidio para construir el tema Insectívoro; un título que le va al dedillo.

Quien haya tenido el privilegio de tocar con Surti habrá podido escucharlo -escala hacia arriba y escala hacia abajo- practicando el modo lidio, tocando a menudo la melodía de Los Simpson e intentando encajar en sus solos las notas de dicho modo.

Burned Horn’s Street es un puro tema de funk que bien podría incluirse en la discografía de James Brown. Con la guitarra eléctrica de Tete Lucas a la vez que pisa su wah-wah, los ritmos de Quino Giménez, el hammond de Emanuel Menta y de nuevo, la madera y los metales al estilo big band que David Surti, por experiencia propia, bien conoce y por tanto usa.

Otra vez, y al estilo de las jams a las que el músico está acostumbrado a acudir, vienen las vueltas de solo, y sin repetirnos demasiado en músicos ya mencionados, estamos obligados a hablar del espectacular solo de trompeta de Javier Arévalo, del incansable bajo de Paco Espada y del tremendo sonido del saxo barítono de Chema Rubio que recuerda a Leo P. El compositor sigue con su humor ácido y nos deja con Burned Horn’s Street este anuncio:

Se ALQUILA piso en BURNED HORN’S STREET: Séptimo piso (SIN ascensor), 57m², POCO luminoso, POCO espacioso, SIN balcón, tiene 1 ventana (PEQUEÑA), NO tiene agua caliente, la luz A VECES se corta, de noche suelen haber REYERTAS y venta de SUSTANCIAS, abajo hay un BAR de dudosa reputación, de esos que no cierran de madrugada y tiene un cartel de NEÓN… rojo, intenso e intermitente… Precio a negociar…

Una mantis en Saturno

Una mantis en Saturno es un vals lento, onírico y decadente; no de pesadilla pero sí de lo abstracto, como si nos incitara a pensar en la deformidad o lo monstruoso, como en un alien o la misma mantis de la portada del disco. Surti lo consigue introduciendo el theremín, tocado por J.A. Hermosilla «El Yeti», con el que nos transporta a otro planeta o nos enfrenta a un ser deforme.

Curiosamente, Danny Elfman utilizó el theremín en la película Ed Wood (1994), de Tim Burton, la cual hablaba del peor director de la historia, que hacía películas de terror y ciencia ficción de bajo presupuesto con efectos y monstruos de dudosa credibilidad. Además, Surti utiliza la lira en modo lidio (otra vez), a la vez que un triángulo nos recuerda el primer tiempo de cada vuelta, para, con estas tesituras agudas y timbres metálicos, erizarnos el bello de la nuca.

El disco David Surti (2021) comenzaba con Charangueros, el pasodoble irónico, y termina con Una mantis en Saturno, el vals onírico. Y sin pretender hacer un juego de palabras, fruto de querer cerrar el álbum tal y como empezaba, Surti nos incita a escribirlo. Una mantis en Saturno nos lleva a la reflexión inicial, a la de Viaje a ninguna parte (1986) de Fernando Fernán Gómez, y lo hace transmitiendo esa decadencia y ese tocar fondo, como si el músico hubiera perdido la esperanza en una sociedad que infravalora la cultura y que es devorada por el entretenimiento de masas.

David Surti, el disco que condensa una vida

Sin ser para nada nuestra intención inicial, hemos terminado hablando de todos los temas del disco tras escucharlos uno a uno. Para quien no conozca a David Surti, podrá sentirse abrumado a la vez que complacido, pues habrá dialogado con un músico experimentado que ofrece sencillez en la presentación de cada tema, en contraste a la enorme complejidad que guarda el desarrollo de los mismos, dando durante su escucha con improvisaciones, fusión de estilos o experimentación con armonías, estructuras, ritmos y timbres.

Intento que mi música no sea lineal, que esté llena de contrastes, añado cambios radicales de ritmo o armonía, intentando no caer en lo prosaico.

Mantis devorando la clave de sol. Ilustración de Ana Rabadán. Portada del primer álbum de David Surti.
Mantis devorando la clave de sol. Ilustración de Ana Rabadán. Portada del primer álbum de David Surti.

El trabajo en su conjunto aguarda alguna que otra complejidad más, pues no se trata tan solo de la particular evolución de un músico, sino también de comunicar un mensaje crítico, y como si estuviéramos ante una obra de arte conceptual, David Surti condensa en las ilustraciones de la mantis comiéndose la clave de sol y la hormiga cargando el peso del saxofón una vida de calle, escenarios y precariedad.

En primer lugar, y dado el empujón que el artista dio a la producción de su primer disco durante el covid, reflexiona sobre cómo la pandemia devoró «lo más prescindible»: la música y la cultura; y de cómo siguió devorando la economía de las familias dedicadas a ello. La segunda metáfora visual trata el duro trabajo del músico, comparándose así mismo con una hormiga que nunca para y que puede levantar hasta cincuenta veces su peso; hablando así de las vejaciones por las que ha de pasar, y del peso que ha de cargar. Como si elegir ser músico se convirtiera a veces en una condena.

Hormiga cargando saxofón. Ilustración de Ana Rabadán. Contraportada del primer álbum de David Surti. Crítica y análisis musical
Hormiga cargando saxofón. Ilustración de Ana Rabadán. Contraportada del primer álbum de David Surti.

Nuestra más sincera enhorabuena a David Surti por su trabajo. Un pajarito nos ha dicho que ya está preparando un nuevo trabajo, más homogéneo en cuanto a estilos y con mucho más jazz. Ojalá algo de latin jazz para el próximo (puede que con la enorme variedad de estilos del primer álbum, y conociéndole, sea el único palo que hemos echado en falta). Igualmente, estamos deseando escucharlo.

Tras este análisis, y para terminar, tengo que decir que me siento afortunado de haber sido parte de tu viaje musical, como músico y como hermano. No te escaparás tan fácilmente y te seguiré haciendo preguntas sobre los modos griegos cuando nos veamos.

Con tu permiso, te robo tu música para ponerle banda sonora a mis recuerdos: Charangueros para los millones de pasos que dimos con los Tal y Cual; L`essence verdatre para las risas de aquel viaje a Francia con Los Curros y para los conciertos en el Club Atalaya o El templo del perro con los Skarabajo; y Azedo e doce para esos momentos de habitación y terraza, en los que hablábamos de cine y música o nos contábamos las penas.

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