Morning Sun (1952), Edward Hopper. Cultugrafía, el solipsismo programado.
Morning Sun (1952), Edward Hopper.

Algoritmos, SEO y el solipsismo programado

José Larralde, magnánimo poeta y cantautor argentino, escribió Si me vieras por dentro. Un ejercicio sublime de autoconciencia en forma de canción donde entona:

Porque aunque mi existencia sea un accidente, tengo razón de ser. El hecho de haber nacido encierra una verdad. Yo mismo, yo mismo soy savia de un tronco partido que no cicatriza porque transmite desde hace siglos. Desde ayer, desde este mismo momento, desde siempre.

Si Me Vieras Por Dentro

El verso opera como una especie de loa a su singularidad, que se resignifica en días, meses o años de metástasis. El culto a la individualidad disfrazado de diversidad. Nada más lejos. Cuestión de época: enfermedad en proceso de estudio. El prisma está cambiando, hermenéutica posmoderna bis.

Morning Sun (1952), Edward Hopper. El artista estadounidense capturó la soledad durante toda su obra.
Morning Sun (1952), Edward Hopper. El artista estadounidense capturó la soledad durante toda su obra.

Interconectados hasta el hartazgo, dimos toda la vuelta. El mundo es mío, dice Benito. Out, bola larga, es mala. Mi mundo es mío, tu mundo es tuyo y apenas se rozan. Leer los tiempos que corren en sonetos de supra conexión es realizar una exégesis errónea. Los algoritmos y la optimización de motores de búsqueda son la condición sine qua non para entender la cultura del dogma.

Vida matematizada, vida calculada. Lo que soy, lo que pienso que soy y el temor a los demás

Sobre algoritmos y SEO ya se ha escrito mucho. El AC Milan de Sacchi. Ruud Gullit y Marco Van Basten. Los primeros configuran, a partir de información -a veces dada, otras veces “robada”- lo que ves, lo que consumís. Entienden lo que te interesa, sí. Pero también lo que te puede llegar a interesar, y te lo dan. En tus manos. Nunca nada fue tan fácil. Lo que no, se va. Si no lo veo, no existe.

Un anuncio de ejemplo de SEO, relacionado con el solipsismo programado.
El SEO como lenguaje ha impulsado la idea de sobre-personalización como consumo

La naturaleza de los optimizadores de búsqueda es distinta, pero las consecuencias son similares. De madre fordista, nacen pensados con el fin de agradar. No a vos, sino al algoritmo de Google. Para eso se necesita estructura. Escribir dejó ser un fenómeno de inspiración y filo intuitivo para transformarse en un proceso absolutamente esquematizado. Hay reglas, ni gramaticales, ni ortográficas. Ellas siguen en pie, pero en un segundo plano. Se trata de legibilidad, de densidad. Existen palabras claves, se deben repetir, en párrafos no tan largos, la cantidad de veces necesaria, ni una más, ni una menos. Cumpliendo todas las pautas, el algoritmo entiende que lo hiciste bien y te posiciona. Arriba de todo, primero, segundo o tercero. Oro, plata o bronce. Ese es el premio, marketing de contenido que le dicen.

Colmillos (2009) de Yorgos Lanthimos. Metáfora sobre un solipsismo forzado.
Colmillos (2009) de Yorgos Lanthimos. Metáfora sobre un solipsismo forzado.

Los textos SEO son, en esencia, eso: artículos de marketing. Los hay vastos, casi infinitos. De necesarios a prescindibles. De insondables a insólitos. Proporcionan en quien los lee la sensación de encaje. De personalización. Hay algo que es para vos, para nadie más que vos. ¿Y cómo soy yo? Como dicen tus algoritmos.

Algoritmos y optimizadores de motores de búsqueda tienen una relación fluctuante. De mecenazgo a matrimonio endogámico. Y como tal, con secuelas. En la praxis, los resultados son catastróficos: Individuos aislados con la sensación de estar sumergidos en la multitud. Recostados en la comodidad de un mundo creado para ellos, para sus dogmas. Su verdad es la verdad. Surge un cerco, un muro. Es transparente, pero de todas formas separa. Desconfiados, casi timoratos, de la otredad, sin interés en entenderla, y apenas conociéndola. Inaceptable cualquier intento de acercarse a lo ajeno, a lo que no me calza. Porque si no me calza, me repele. Soledad, prima hermana de Narciso, como modus vivendi, pero encubierta. El panorama es dramático. Ensaya Alexandra Kohan, psicoanalista argentina y habitué de las tendencias de Twitter de su país, sobre esto en Sin embargo, el amor:

Así, “responsabilidad afectiva”, “consentimiento”, “si duele, no es amor”, “empatía”, “amor propio” y otros conceptos intentan delimitar un otro temible del que hay que cuidarse. Concretizan, además, nuestros miedos y fantasías en un otro peligroso delimitado, señalado, hasta hacer de la otredad un enemigo.

(Alexandra Kohan, 2020).
Lars y la chica real (2007) de Craig Gillespie. La soledad cuando asustaba. El solipsismo programado
Lars y la chica real (2007) de Craig Gillespie. La soledad cuando asustaba

La cultura del dogma. Construye fuera un infierno para refugiarse en su paraíso. En el amor, en las relaciones y en la vida. Sujetos pragmáticos convertidos en lo reverso. Militantes de la pluralidad muchas veces, abanderados de la moral y las buenas costumbres. Es en realidad, lo opuesto. El hombre nuevo de este siglo es la quintaesencia de la época que le toca vivir. Lo escribe Byung-Chul Han, filósofo coreano, en La expulsión de lo distinto:

Hoy el mundo es sobrehilado con redes digitales que no toleran otra cosa que el espíritu subjetivo. A causa de ello ha surgido un campo visual familiar del que se ha eliminado toda negatividad de lo extraño y distinto, una caja de resonancia digital que el espíritu subjetivo ya solo se encuentra a sí mismo. En cierta manera, reviste el mundo de la retina propia.

(Byung-Chul Han, 2017).

Obsolescencia programada, del amor al solipsismo metamoderno

Amy y Frank llegan a una casa. No es de ella, no es de él. Se conocieron hace unas horas y se gustaron, deben dejarse. Es la regla, el encuentro lo decidió un sistema, la caducidad también. Con quién, dónde, cuándo y hasta cuando. La inteligencia artificial llevada al límite del absurdo, pero quizás futurología. ¿Por qué no?

Hang the DJ (2017), episodio de Black Mirror que refleja un futuro desolador: amor impuesto y programado.

Es Hang the DJ, el ¿más? Aclamado capítulo de la también aclamada Black Mirror. En un mundo -lejano o no, no está claro- subsumido en la tecnología, una aplicación toma decisiones por nosotros. A partir de nuestros 4 o 5 intereses, que por supuesto, nos definen, configura un perfil y los algoritmos le acercan otros tantos perfiles que encajan con lo que en teoría somos.

En la casa, dónde transcurren todos los encuentros íntimos que diagrama el sistema -así le dicen-, Amy va al baño. Frank y el silencio quedan en cuadro. Aprovecha para hablarle. Preguntarle qué decir, qué hacer. La inteligencia artificial te conoce mejor que vos.

Una obsolescencia programada -concepto furor- pero llevada a un extremo. Sin entrar en conspiraciones, ni pretender esclarecer desde pedestales morales ni pseudo intelectuales. ¿Existe el análogo a esta obsolescencia en términos de la planificación del fin de los lazos sociales? Sería aventurado e incluso soberbio afirmarlo, pero sí, finalmente, aquella doctrina filosófica, el solipsismo, que se sostenía sobre la presunción de que nadie más que yo existe, se hace carne, ¿cuánto influencia entonces, el ideal neoliberal de productividad incansable e insaciable al sentido solipsista metamoderno/new age en el que se sumerge paso a paso el hombre? 

Manifestación (1934), Antonio Berni. Hombres y multitudes, postales de otro tiempo. Cultugrafía
Manifestación (1934), Antonio Berni. Hombres y multitudes, postales de otro tiempo.

Más adelante, en la misma canción, José Larralde dice que «en tu verdad no cabe mi verdad». Si el irrefrenable camino de la existencia tiene como destino el ensimismarse en microparcelas anuladas de singularidad y demarcadas por el individualismo y la personalización estandarizada no queda más que esperar. Que cada uno lo haga como le parezca, yo espero escuchando a Larralde.

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Bibliografía: