Un hombre es asesinado. Obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Memoria de vida y muerte.
Obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Narrativas de vida y memoria.

Narrativas de vida y memoria. Despojo y muerte en Colombia

El libro que ocupa la atención del presente comentario contiene las cuatro crónicas ganadoras en la categoría Reconocimiento a la Creación de Narrativas de Vida de la II Convocatoria Nacional de Propuestas Artísticas y Culturales de Memoria 2014 del Centro Nacional de Memoria Histórica de Bogotá, Colombia. Son historias de vida que convergen en una misma realidad: el despojo y la muerte violenta.  Las cuatro crónicas ganadoras son: Ana Fabricia Córdoba Cabrera, Nombres propios, María, la memoria, el grito y la tierra, Memoria de vida y muerte.

Portada de Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social del país

Prólogo de Juan Carlos Moyano Ortiz

En el prólogo, Juan Carlos Moyano Ortiz destaca la importancia de la obra en cuanto contribuye a la lucha contra el olvido de la sociedad colombiana de los acontecimientos dolorosos que han marcado la historia, de la cual todos somos partícipes, en tanto contribuimos a la impunidad por la indiferencia y el desconocimiento de los hechos aciagos que ocurren a diario, y que han generado prolongados períodos de violencia y el consecuente retroceso al desarrollo de nuestro país. Recuperar las historias de los líderes comunitarios, en palabras de Moyano Ortiz,  representa una especie de antídoto contra el olvido, lo que constituye la importancia de estas narrativas de vida y memoria.

Ana Fabricia, asesinada de un tiro en la cabeza

Ana Fabricia Córdoba Cabrera es la primera historia de este libro de la muerte, contada por Gustavo Adolfo Hincapié Vera. Faltando tres días para ser promulgada la Ley de Víctimas en Colombia, cayó asesinada esta mujer afrodescendiente, después de haber sufrido el desalojo de su tierra, la soledad y el suplicio de la cárcel, y la muerte de sus hijos. Sabía que la iban a matar, pero el dolor es más fuerte que la muerte; visitaba las comunas de Medellín para acompañar a las madres de los desaparecidos en la búsqueda de sus seres queridos;  expresaba sus sentimientos y denunciaba lo que vivía. La revelación de los propios relatos y testimonios de los recuerdos de quienes apoyaron su lucha y le brindaron cariño hacen de esta historia  un homenaje a esta mujer, que reclamaba sus derechos con el mismo entusiasmo con que cantaba y bailaba para distraer el sufrimiento.

Cazada, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en Narrativas de Vida y Memoria. Ana Fabricia aparece junto a un tanque y una casa con la puerta tirada en el suelo.
Cazada, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

La riqueza de las fértiles tierras de la zona bananera  del Urabá Antioqueño representó la ruina, paradójicamente,  de Ana Fabricia hasta el final trágico de su vida. La ambición de muchos actores sociales y políticos: empresarios, sindicatos, guerrilleros y la Unión Patriótica (UP) como movimiento político reclamaban sus intereses sobre la prosperidad de tan fértil zona; esto provocó la aparición de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), que, como una mano negra, se fue lanza en ristre contra la guerrilla y los líderes comunitarios como los familiares de Ana Fabricia, víctimas de masacres como la del barrio de invasión el Aracatazo de Chigorodó, el 12 de agosto de 1995. La ambición por la tierra llevó al despojo violento de los campesinos y al exterminio de la UP; el terror se impuso en Urabá, en junio de 1996, cae asesinado Arsenio Córdoba, hermano de Ana Fabricia, en Apartadó. Nuestra afrodescendiente se vio obligada a huir y refugiarse por algún tiempo en una comuna de Medellín, en 2001, ciudad invadida de campesinos desplazados,  en la que sigue soportando las mismas guerras de las cuales huía, el rigor de la pobreza y la discriminación sin ninguna esperanza.

Bala de muerte, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país. La ilustración muestra el disparo en la cabeza a Ana Fabricia
Bala de muerte, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

Ana Fabricia continúa con sus denuncias de abuso de autoridad ante los organismos internacionales de Derechos Humanos, aviva sus luchas en medio de la nostalgia por su tierra arrebatada; impulsa proyectos productivos como líder comunitaria, reclama un lugar en el Congreso y en las instituciones públicas para las personas desplazadas; en 2009, funda LATEPAZ, Líderes Adelante por un Tejido Humano de Paz, y la Organización de Mujeres Aventureras, conformada por mujeres desplazadas cabezas de familia y gestoras de derechos. Sin ningún miembro de su familia vivo, es asesinada de un tiro en la cabeza, el 7 de junio de 2011, mientras se trasladaba en un microbús en la ciudad que la había deslumbrado y desde donde continuó luchando por la equidad y la justicia.

Nombres propios. Las víctimas de la ambición por el poder

Marta Quiñones, la autora o narradora omnisciente de Nombres propios,  nos recuerda mediante introitos poéticos y una prosa dramática, la muerte de varias personas víctimas de la ambición exacerbada por el poder.  Eva,  alegoría de la primera víctima-doliente reportada en esta historia, ¿acaso Patricia?, de quien su alma sale a deambular por las calles de las ciudades de la realidad mundana de donde fueron separados  sus seres queridos  por verdugos  fantasmas que decidieron sacarlos del juego de la vida. Ahora se conoce, dice nuestra autora omnisciente, como “la viuda mayor de mi pueblo”, pues ha visto morir a todos sus parientes. En la lista sigue Josepo, muchacho noble, miembro de una familia numerosa, trabajadora y de sanas costumbres. Todos los miembros de esta familia se querían, sobre todo Josepo y Tuti, se divertían en las calles polvorientas de su pueblo, y en las actividades del campo. Nuestra narradora omnisciente recuerda la gran amistad que había cultivado con Josepo, con quien compartía sus sueños, paseando, conversando y reflexionando sobre la vida, hasta el día en que se separaron por mucho tiempo, después de culminar los estudios secundarios; pero siempre preguntaba por él. Una mañana de abril de 1996, en la que llegó al pueblo para participar en un recital, supo que la muerte le había tendido la trampa: “Lo mataron los paracos”, le dijo otro de sus amigos mientras caminaban por una de las calles que recorrían en la infancia.

Flores para los no olvidados, de Jovanny Galeano Muñoz. Vida, memoria y muerte. El pueblo transportando varios ataúdes por la calle.
Flores para los no olvidados, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

Entre otras de las víctimas más apreciadas está Rafa; de nuestra narradora amigo también, a quien recuerda evocando muchas de sus pilatunas como cuando robó mazapanes y leche Klim de la cocina de Rafa, en una de sus idas a la finca de su amigo en monareta, a hacerle algún favor. La vida transcurría feliz con la amistad de Rafa y su esposa Sandrina; hasta que las cosas empezaron a cambiar;  aparecían cadáveres en el pueblo sin saber del asesino; era la Mano Negra que venía haciendo “justicia” por su cuenta; lo que provocó el desplazamiento de muchas personas temerosas hacia Medellín o ciudades de la costa Caribe. Julio fue la primera víctima cercana “a nuestro entorno”, expresa la cronista omnisciente, quien, por ser tan joven, asumió los actos fúnebres y el espacio del campo santo sin la trascendencia propia de estos rituales.

Desazon, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país. Un militar que va a matar a varios chicos.
Desazon, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

En el epílogo de la ceremonia del grado de bachiller de la cronista de esta historia, en una escuela rural donde estudió rodeada de fincas en las que la mayoría de sus compañeros  convivían con la muerte…”traicionera, mañanera y nocturna, que había cobrado la vida de muchos familiares de ellos en la flor de la vida”, cayó Rafa, padrino de ceremonia…

A Rafa

Mientras el polvo

disipaba

los últimos augurios

de la tarde

tú marchabas

apocalípticamente

hacia lugares

desconocidos

por la memoria

por un maldito plomo

que ni siquiera

conocía tu risa.

Rostros que me habitan, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país. Memoria vida y muerte
Rostros que me habitan, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

En este tánato-recorrido, Marta Quiñones da testimonio de dos víctimas más, El Secre (Carlos) y Jairito (pajarero del pueblo). El primero de Uraba y el segundo de Apartadó, departamento de Antioquia. Carlos era el mayor del grupo de amigos del barrio con quienes departía Marta, para hablar de muchas cosas entre las que estaba el tema de la muerte y de los muertos; pero, a sus edades entre 12 y 14 años, poco conocían de estos asuntos y menos sospechaban que era el comienzo de una época de tristeza y resistencia, de la cual El Secre fue la víctima que marcó el camino hacia un porvenir sin horizonte. ¿Quién lo mató?, exclamó la tía Marina desde el fondo de su alma; no recibió respuesta alguna; pero, todos sospechábamos en la Mano Negra, que arremetía sin discriminar contra “nuestros amigos del barrio, de la escuela, del colegio,…”, todos inocentes. Se cumplieron las honras fúnebres en un ambiente de miedo por la llegada de la muerte al pueblo; pues, en cualquier momento alguien anunciaba, como pájaro de mal agüero, la desgracia. La tía Marina y doña Esther, madre de Carlos, sintieron que se hundían hacia algún lugar desconocido. En casa, doña Esther buscó refugio en la palabra bíblica.

Jairito apareció muerto en condiciones que es mejor no describir; su madre, Hilda, después de averiguar por él, desaparecido hacía varios días, le llegó la noticia de su muerte y la forma brutal como fue asesinado a juzgar por las huellas dejadas en su cuerpo.

Esta historia  la culmina Marta con una síntesis del desastre homicida, expresada en una composición de Rubén Blades sobre los desaparecidos: Desapariciones.

María, la memoria, el grito y la tierra

María, la memoria, el grito y la tierra es otra de las conmovedoras historias  del libro sobre memoria histórica. La protagonista principal cuenta sus vivencias, llegó a San José del Guaviare acompañando a Herminia. Cada año, para el mes de febrero, los indios ofrecían los tejidos que elaboraban con la gran palma de cumare; vivían en una casa humilde en medio del auge de la coca y aviones sobrevolando y fumigando.  Escuchaban las historias tristes de los campesinos sobre la muerte y el sufrimiento de la Región, como el caso del líder nukak que se suicidó ante los padecimientos de su pueblo. Era la ley de la coca, hombres armados crearon el ambiente de terror y miedo.

Retén Marino, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.
Retén Marino, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

María trabajaba en uno de los restaurantes que empezaron a surgir, lavando baños. Hallaba propinas en las canecas de la basura, fajos de billetes; en San José, abundaban el dinero, las fiestas, las peleas de gallos; pero también la desolación, el miedo y la muerte. Este ambiente de tensión e incertidumbre enfermó a María; por lo que fue llevada a Bogotá, en una época sombría, de lluvias, cuando la ciudad se subsume en un ambiente triste, como si estuviera de luto, en palabras de María, quien llegó a la capital embarazada, con dos mudas de ropa, a vivir en un inquilinato cercano a la Plaza de Bolívar. ¡Pobre María!, le tocaba rebuscarse todos los días para pagar el arriendo en el viejo y húmedo antro, y las consultas médicas. Como si el destino se hubiera ensañado contra ella, le tocó ir a vivir debajo de un puente al lado de un grupo de parceros como familia; ahí tuvo alucinaciones frecuentes por las condiciones inhóspitas en que vivía, donde el frío calaba sus huesos provocándole todo tipo de malestares. Cierto día, tal vez para bien, los militares los desalojaron y cercaron el puente; corrió con su pequeño hijo a cuestas bajo un sol picante y húmedo, hasta llegar a un nuevo destino; pues, encontró trabajo en un restaurante, donde le tocó trabajar muy duro con poco espacio para el esparcimiento. Pero, halló el amor, Roberto, dedicado a la construcción, amor efímero; una noche no regresó, personas inescrupulosas le quitaron  la vida en negocios sucios.

Mujer, llanto y memoria, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.
Mujer, llanto y memoria, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

La esperanza, escondida en la caja de Pandora, la llevó de nuevo a San José del Guaviare buscando una mejor vida. Destrozada por dentro, casi sin fe, se encontró con el padre de su hijo, un extranjero, quien se hizo cargo de él. El dolor la retó al restablecimiento de su vida; se unió a un hombre alegre y conversador, con quien se fue a vivir al Retorno, donde olvidaba los pensamientos tristes trabajando en el pequeño pero fértil  terruño Santa Rosa.

Pero, como dice Gardel, “…como un paria que el destino se ensañó en deshacer”, María y su compañero se vieron envueltos en la guerra que reinaba en la Región al mando de un comandante cruel y ambicioso que se había apropiado de grandes extensiones de tierra, arrebatadas a campesinos humildes. Ellos también empezaron a perder lo que habían conseguido con esfuerzo, soportaron  el trabajo duro al lado de niños,  ancianos y mujeres distribuidos en grupos, y  los vejámenes a que eran sometidos por los secuaces del comandante.  María fue violada a pesar de estar embarazada; por fin, parió en condiciones insalubres y, milagrosamente, le permitieron buscar asistencia médica.

A los no natos de la guerra, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país. La imagen muestra un triciclo pequeño rodeado de balas
A los no natos de la guerra, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

El esposo la acompañó, llegaron al Retorno y debieron continuar el viaje hasta San José del Guaviare;  al pasar por Caño Mico, la ambulancia donde iban fue atacada por unos guerrilleros;  lograron pasar ilesos mientras la recién nacida moría lentamente.  Una señora de buen corazón les dio alojamiento, comida y ropa por algún tiempo, mientras la casa y la finca de la selva ardían bajo manos criminales. Manuel, invadido por la nostalgia, se fue para el monte, donde lo torturaron, lo amarraron  y le marcaron las espaldas con un hierro de marcar ganado. Un trabajador de la finca, condolido, le ayudó a escapar; pero Manuel, con su corazón vacío, se entregó al alcohol.

De nuevo, a  María, la vida le brinda la oportunidad de rehacer su vida; “me refugié  en Dios”. Se involucró en un proyecto de formación  teatral que llegó a San José. En sus palabras, se redescubrió sin los acosos de la guerra.

“El teatro me hizo perder el miedo, descubrí que era mi espacio. Quiero dar a conocer mi historia para que la gente sepa cómo sufren tantas personas. El teatro, amigo íntimo de la memoria. Mi cuerpo era la principal herramienta, impregnado de cicatrices y de historia”.

Femina Ludens, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país. Dos mujeres y un hombre en el teatro.
Femina Ludens, de Jovanny Galeano Muñoz. Ilustración incluida en la obra Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

Se creó una historia teatral en la que María era la protagonista; se estrenó en la plazoleta de la Gobernación del Guaviare.  Reconoce María los efectos balsámicos del arte para el alma: “El teatro me había liberado”. En la actividad teatral se reencontró con milicianos como Cecilia, quien la ayudó en el parto en plena selva, y con otro exguerrillero. Ahora se consideraba una mujer libre, sin tristeza y plena de esperanza; celebraba la memoria y su capacidad de creación al lado de desmovilizados de la subversión, de las autodefensas y de las víctimas. “Son éstas las paradojas y las maravillas de la vida que hemos tenido que enfrentar”.

Memoria de vida y muerte. El alma de Alberto Alzate Patiño

La última crónica que aquí se presenta, Memoria de vida y muerte,  y que hace parte de la obra objeto de este comentario, representa un despliegue de la imaginación de sus autores: el profesor Titular de la Universidad de Córdoba, Montería, Colombia, doctor en Letras, de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, Luis Fernando López Noriega, y Omar David Taborda Perneth, egresado, asimismo, de la Universidad de Córdoba, Montería, como Licenciado en Literatura y Lengua Castellana. En efecto, nuestros autores dejan hablar al muerto desde algún lugar de ultratumba; el alma de Alberto Alzate Patiño narra el periplo de su propia muerte, y pregunta con nostalgia por el viejo espacio mundano  donde vivió, y por su mujer, Bertha, y sus hijos, a quienes ya no puede ver porque  viajaron a otro lugar desconocido para él.

Como si el ambiente se hubiera confabulado con la muerte, “El crepúsculo imprime unas vetas de color naranja en el cielo”, y la circulación de vehículos se hace lenta mientras el asesino cumple su misión y puede escapar confundido entre los autos y la gente aglomerada en la casa de la víctima, que ahora ha vuelto para contarnos los sucesos previos a su muerte.

La trampa fue tendida mediante una llamada tempranera de una supuesta periodista española que deseaba entrevistarlo sobre sus trabajos de investigación acerca del complejo hidroeléctrico de URRÁ, que avanzaba en el Alto Sinú. Vio la oportunidad de hablarle sobre el impacto ecológico negativo de dicho proyecto en la Región, sobre todo, para la comunidad de indígenas embera y de colonos asentados en dicha zona sureña. Le compartiría, además, otros resultados sobre los impactos sociales del proyecto hidroeléctrico, elaborados en asocio de su esposa Bertha, el profesor Misael Díaz Urzola, entre otros investigadores asociados como los antropólogos Antonio Cardona y Oscar Díaz.

Obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Memoria de vida y muerte. La periodista llamando por teléfono a Alberto Alzate Patiño
Obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

Ya me imaginaba hablándole a la periodista sobre mis extensas y extenuantes caminatas por la zona selvática donde, finalmente, se construyó la represa de URRÁ.  Así como también de mis observaciones etnográficas y mis charlas con los Emberas y colonos sobre sus problemas y sus maneras de vivir en las vegas del río Sinú y del alto San Jorge…

El alma insepulta de Alberto vino a constatar los males, anunciados por él, sobre la comunidad indígena  embera, dada la predilección de estos aborígenes por los ríos, de cuyo hábitat fueron desplazados. Los nativos prefirieron remontarse hacia las zonas más altas, aledañas a los ríos Verde, Esmeralda y a las quebradas, a aceptar vivir en las poblaciones artificiales construidas como solución de orden ecológico-habitacional.

Le hablaría también de las ciénagas y afluentes de estos ríos, que brindan alimentos a esas comunidades; de los gigantes robles, florisantos, ceibas y camajones; de los pájaros que alegraban la quietud del bosque con sus cantos; de los niños educados en torno de las fuentes de agua desde antes de la llegada de conquistadores y guaqueros, entre otras cosas que evocaba su bucólica y romántica imaginación. Pero, la atmósfera le enviaba señales del peligro que avanzaba hacia él.

Obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Memoria de vida y muerte. La periodista llamando por teléfono a Alberto Alzate Patiño
Obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

Miré por una ventana del salón. Un conjunto de nubes bajas, cargadas de humedad avanzaba lentamente. No había formas en ellas, sólo presagiaban lluvias intempestivas y sobresaltos de truenos como descargas en una guerra silenciosa que estalla sin aviso alguno y a la distancia.

Se parecen a los que rondan el nudo del Paramillo-pensé. Entonces recordé el ambiente cargado, tenso, del campamento en Urrá, donde llevábamos a cabo las encuestas para el censo de la población que iba a ser reubicada.

Su memoria le recordó el temor que le crispaba los nervios ante el posible asalto de la guerrilla del EPL, asentada en la zona. El antropólogo Antonio Cardona le recomendó irse a casa, desde donde coordinaría sus asuntos. Recordó, entonces, que no le había comentado sobre la entrevista a su amigo, ni a su esposa ni a sus hijos. Escuchó el consejo de Antonio:

Los laureles que sembré cuando apenas empezábamos a levantar la casa Bertha y yo, amainan un poco el sol y el calor abrazador de julio.

Habló con sus hijos y su esposa, luego se dispuso tomar un baño; al mirarse en el espejo, vio su barba blanca desaliñada, se la acicaló sin precisar en qué momento del tiempo se volvió así; pues, al llegar a Córdoba, su cabello y barba eran negro azabache como los de los campesinos de la tierra cafetera donde nació y estudió. Mientras se arreglaba la barba pensó en el oasis que brindan los laureles para refrescar el “verraco” sol de la sabana que lo acompañaba en sus distintas actividades académicas y de investigación, como cuando caminaba por las veredas de la tierra del porro, San Pelayo, en el trabajo etnográfico que le permitió escribir uno de sus textos más preciados: Situación del campesino músico (1988).

El espíritu de Alberto recuerda la frase “usted si es guevón” lanzada contra su amigo Alcides después de que éste le dijera que no podía estar en la entrevista que le iban a hacer; pues, se perdía la oportunidad de socializar la propuesta pedagógica que habían elaborado denominada Semiescolarización tutoriada, una alternativa para el desarrollo ambiental local, para aplicarla en la escuela que construirían en unos lotes conseguidos por Alcides en las afueras de un pueblo del departamento, mediante los proyectos de investigación de un postgrado en la Universidad de Córdoba, cuyo nombre era: Desarrollo Educativo Ambiental.

  Ahora son las cinco de la tarde y el sol inicia su descenso. La brisa que viene del río mueve las ramas de los laureles. Estoy listo. No me gusta abrir la puerta de la calle. Nunca atiendo los llamados insistentes del timbre. Sin embargo, esta vez lo voy a hacer porque ya es la hora destinada para recibir a la periodista e iniciar la entrevista.

Me sorprendo al observar que no es una mujer quien espera afuera.

 —¿Es usted el profesor Alberto Alzate Patiño?—, me pregunta el hombre con voz profunda. —Sí. ¿Qué se le ofrece? —, le respondo.

Y sin mediar más palabras aquel extraño hombre saca una pistola y descarga veloz el primer disparo que entra por mi barbilla y astilla detrás mi cráneo. Luego, al caer mi cuerpo en la sala, hace tres descargas más metiendo el arma por la ventana. Después emprende la fuga.

Asesinato y Trampa. Obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Memoria de vida y muerte. La periodista llamando por teléfono a Alberto Alzate Patiño
Asesinato de Alberto Alzate Patiño, obra de Omar David Taborda Perneth incluida en: Narrativas de vida y memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social de país.

     Cuando Juan Preciado llega a Comala, se entera de que su padre ya está muerto e, igualmente, casi todo el pueblo, la Comala alegre y sana tan añorada por su madre ha desaparecido. Pero, los muertos lo reciben con agrado. El primero que aparece es el espíritu de Abundio, quien lo lleva a la presencia de los espíritus de Eduviges, Dyada y Damiana Cisneros. Juan reconstruye la historia de su padre basado en los testimonios narrados por los difuntos. Se entera del pasado desde el presente en que vive.

El espíritu de Alberto, quien reconstruye el  pasado vivido en la calurosa  Montería, hasta el día de su muerte, llega al espacio que fuera su hogar en busca de sus seres queridos en el presente extraño y desconocido; pero, no sale nadie a su encuentro; por lo que no podrá reconstruir la historia  de los hechos no vividos que lo conduzcan a ese presente anhelado.

No entiendo por qué las puertas y ventanas de mi casa fueron selladas después de aquello. Todos los días vengo y la observo desde la otra esquina. Está descuidada. No puedo hallar a Bertha ni a los niños. El barrio ha cambiado. Los autobuses no son los mismos, ahora están pintados de amarillo y los muchachos no gritan desde las ventanillas. Todos los días rodeo los caminos, igual a como rodeaba los caminos del bosque en el Alto Sinú, sólo para lograr entrar y continuar mis escritos en el cuarto de estudio.

Pero, lo único que sigue aquí son los laureles que sembré. El viento de la tarde los acaricia con suavidad y yo buscando a Bertha y a mis hijos…

Recomiendo la lectura de este excelente libro como modelo pedagógico en la necesaria labor de sensibilización de las personas no sólo de nuestro país, sino de cualquier parte del mundo donde la violencia no trae cosa distinta de la muerte y la desolación de los pueblos.

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